REVISTA RHEMA

CUANDO EL ESPIRITU SANTO DICTA LAS CLASES
Testimonios y vivencias en el Instituto Bíblico Peniel

Raquél -18 años- Jujuy, Argentina.

El día jueves 21 de octubre de 1999, luego de una ardua lucha interior por varios días, concluí que mi orgullo y todo lo que lo acompañaba, no me llevaba a nada, me encontré con Dios de una manera diferente. Sin embargo, todo esto tiene un proceso previo. Dios me llevó a revivir momentos de mi vida que dejaron heridas muy profundas en mi corazón, siempre le reclamaba al Señor por ello. Ese día fue diferente, Dios, a medida que se revelaba, me decía que Él había estado allí, que nunca estuve sola, ni siquiera cuando pase por aquella circunstancia muy dolorosa. Después me dijo: "Raquél, la de la Biblia, a pesar de haber sufrió tanto, tuvo una alegría muy grande: José, su hijo; le dio la alegría y el gozo que nadie le dio en la tierra, y aún ella se ríe". Y continuó diciendo: "¡Raquél ya no llora. Raquél se goza!" Me pidió que lo proclame. Cuando comencé a expresarlo, un gozo incontrolable entró en mi corazón, era algo increíble, era la primera vez que me reía así. El Espíritu seguía diciéndome: "¡Raquél no llora más, se goza y se ríe de sus enemigos! ¡Ya no les teme!"
Hoy para mí, el pasado es sólo un recuerdo. Lo más importante es que ya no es parte de mí, que todo le pertenece a Dios; ya soy libre y sana de toda herida, y ni siquiera quedan cicatrices.

El día 26 de octubre entré muy contenta al devocional de la mañana, agradecida a Dios por todo lo que Él estaba haciendo en mi vida en esos días. Lo que me sucedió luego fue extraño; la primera vez que me pasaba. Cuando estabamos cantando y alabando, danzando y gozándonos delante del Señor, le pedí que me llenará nuevamente con su Espíritu. La alegría que sentía, y venía de lo profundo de mi interior, se mezcló con dolor; me reía y lloraba a la vez. En ese momento empecé a ver imágenes... eran dos personas. Una persona era yo; el cuerpo de la otra persona no se veía, sólo su mano. Esta persona me llevaba de la mano, caminábamos por un corredor largo y oscuro, al final del mismo pude ver a Jesús crucificado, con clavos en su cuerpo. Esos clavos representaban mis pecados. Cuando esa imagen desapareció, comencé a pedir perdón. ¡Oh, cuántas veces lo pedí!
Luego experimenté cómo el río de Dios salpicaba mis pies, y un gozo inmenso me llenó otra vez.

N. de la R: El momento que experimenta lo de sus pies, otros jóvenes comenzaron a proclamar el río de Dios que fluía inmenso, mientras ella tomaba con sus manos los pies y los frotaba intensamente, sin dejar de reír.

Valeria - 22 años - Santiago del Estero, Argentina

El jueves 21 de octubre en la reunión de la noche, el Espíritu vino con gozo, pero también con profecía. Hubo un momento en que muchos de los seminaristas comenzaron a profetizar, algunos en lenguas y otros en español.
Mientras esto sucedía, comencé a ver a la Argentina, como si fuera un mapa. En cada punto cardinal del país había un ángel con una espada de fuego; extrañamente ese fuego era blanco, muy blanco.
Los cuatro ángeles estaban peleando en cada extremo del país. Yo me pregunté: "¿por qué son cuatro en lugar de tres? -según la forma que tiene nuestro territorio. Las Islas Malvinas y toda la plataforma marítima estaban también protegidas.
Ellos no dejaron que entre nada malo. Los cuatro ángeles estaban peleando para protegernos. Había como una luz que cubría todo el país. Venía de arriba, pero volvía arriba. Caía y volvía; subía y bajaba.
Luego escuche una voz que dijo: "Mis ojos siempre estuvieron sobre Argentina, pero ahora Yo voy a morar en ella".

Carla - 20 años - Buenos Aires, Argentina.

El martes 26 de octubre me sucedió algo extraño, comencé a sentir una profunda angustia por mi familia. Recordé la visita a mi hogar, y al hallarlos tan frios en su relación con Dios, expresé esa angustia a Él; clamaba y lloraba. Caí bajo el poder, caí en un río, ese río corría muy fuerte entre nosotros y pude verdaderamente sumergirme en él. El dolor no menguaba, por el contrario se acrescentaba*. Clamé, pedí misericordia por mi familia. Dios me mostró a cada uno de ellos, y a la vez que lo hacía, mostraba el dolor que sentía Él por ellos. El dolor era cada vez más intenso. Me dijo que éste era pequeño en comparación con el dolor que le causó su pueblo, aquellos que afirman serlo.
Me mostró cómo la Iglesia, su pueblo, lo crucifican, arrojan lanzas en su cuerpo ensangrentado, dándole la espalda al poner intereses personales y económicos antes que a Él, y corren trás otras cosas...
Me hizo ver también que cada vez que nos desviamos y luego volvemos, lo colgamos nuevamente en la cruz, perdemos aquello que Él tiene para darnos.
El dolor era muy fuerte...creí no poder soportarlo. Él deseaba que mi espíritu clame pidiendo misericordia por mi nación y por la Iglesia; aún por aquellos que cometieron crímenes; por las mujeres que mataron a los pequeños bebés que llevaban en sus vientres, abortando. Dios, a través del Espíritu Santo, me hizo partícipe del dolor que Él siente cuando estas cosas suceden.
Ese dolor, luego de un largo tiempo, se convirtió en otro tipo de dolor, ahora no ya por la gente de afuera, sino por los jóvenes del seminario. Dios quería que nos santifiquemos, que honremos su Presencia, y que seamos fieles.
El dolor que Dios siente por su pueblo es muy intenso, al igual que el dolor que sintió al ver morir a su Hijo en la Cruz por sus amados, por su creación.

Christian - 22 años - Chaco, Argentina.

Dios tuvo que quebrar las formas y los moldes que acumulé en mis años de creyente. Puedo decir que sucedieron cosas ilógicas a mi razonamiento, tanto que en una ocasión, mi espíritu se separó de mi cuerpo, y pude ver lo que Jesús hacía con mi cuerpo, y me reí de las limitaciones que el hombre le pone a Dios.
Siempre le pedí a Dios que cuando algún día estuviera con Él me dejara jugar y hacerle cosquillas. Soprendentemente fue al revés, Él me hizo cosquillas durante más de una hora; no sabía dónde meterme. Me arrastré por todos lados; quise esconderme pero Él no me dejó. Hizo conmigo lo que quizo.
En otra ocasión, caí bajo el poder y el Espíritu trajo una profunda intercesión por los niños de Brasil. Hablaba en portugués e intercedía por ellos, aunque no hablo ese idioma. Después de finalizada la reunión, al hablar acerca de esto con mis compañeros, me contaron cuántos de ellos vieron niños caer en un pozo, y otros ir por una ruta y caer muertos mientras caminaban. Eran niños de piel oscura y desnutridos. A Dios realmente le importa.
Al día siguiente, Él mismo sopló sobre mí y allí estaba en el suelo. Él cumplió lo que prometió, me dijo que iba a ser mi boca, su boca. En ese devocional pude sentir como otro usaba mi boca. Él hacía otra vez como quería.
Tampoco puedo olvidar aquella mañana cuando sin emoción alguna, me preguntó: "¿Me seguirás?". Tardé en responderle, no sé por qué tardé. Volví a darle nuevamente todo a Dios. Me preguntó tres veces lo mismo. La tercera vez, me rendí incondicionalmente a Él.

Pablo - Coordinador del Seminario -35 años, Argentino.

Todos estos días en que Dios obró, me gocé al ver la soberana mano del Espíritu de Dios tomar estos jóvenes que vinieron al seminario con una ténue vida en ellos, y verlos ahora encendidos con Su Espíritu.
Me ocupé ser un canal para que ellos pudieran entrar en ese río y disfrutarlo. Al cabo de algunos días, comencé a sentir que debía beber de esas aguas. Una noche en la reunión, una de las estudiantas, muy sumergida en este río Divino, se acercó totalmente ebria en el Espíritu, y me dijo: "Pablo, tú también debes beber, has estado dando y dando. Dios quiere que bebas y sea sano tu interior". Me sacó el micrófono y oró por mí, junto a otros que se habían acercado. Una extraña sensación de ebriedad y pesadez cayó sobre mí. Caí al piso y no pude pararme, ni siquiera hablar. El Espíritu me habló a través de otro de los jóvenes: "Tú siempre estás fuerte y parado, hablando y dirigiendo, pero ahora Dios te saca todas tus fuerzas y tus palabras, y te tiene en sus manos".
Pasó bastante tiempo hasta que volví a la normalidad. Yo creí que eso era todo, sin embargo, lo mejor vino después. En la reunión nocturna del 9 de noviembre, luego de comenzar el culto y que el Espíritu tomara control, mientras observaba una parte de la congregación que se mantenía a las orillas de lo que estaba ocurriendo, Dios me habló y me dijo: "No entran porque tienen temor, temor de perder el control, de hacer el ridículo, de que el pastor les diga algo, temor a perder sus formas conocidas. Y ese temor es la única separación entre mi río y ellos. Sólo eso."
Luego, me acerqué a mi esposa y a mi cuñada que estaban en el piso, ebrias en el Espíritu, para escuchar lo que decían. En un instante, una especie de vaho comenzó a venir sobre mí y de pronto me encontré tan borracho como nunca supe que podía estar. No pude controlar mi lengua, ni mi boca, menos aún el resto de mi cuerpo. Dios me envió a un hermano amigo y compañero en la obra, para decirle que nada importaba, sólo lo que Él hacía, y que me gozara con Él. Allí comenzó a gritar: " ¡No importa nada! No importa nada! ¡Sólo Él es lo importante!" Y reía sin parar.
Luego de un tiempo, con mucho esfuerzo alcancé a sentarme en una silla contra la pared. Allí cayó un nuevamente un sopor tan fuerte que no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, excepto mis ojos. Entonces Jesús dijo: "Si cierras tus ojos, te mostraré algo"
Así lo hice. Vi una puerta abierta y una mano que se asomaba desde la puerta, era la mano de Jesús. Él me decía: "¡Ven! ¡Ven a jugar conmigo!" Le tomé la mano y fui. Pase al otro lado, no podía ver su rostro, pero podía ver sus manos, comenzó a hacer una ronda conmigo hasta que se detuvo de repente y me dijo: "¿Ves? ¡Es la fe simple de un niño! Muchas veces me acerqué a ti para jugar contigo, pero siempre me condicionabas, eras "serio", querías mis secretos, mis revelaciones, mi presencia, tenías tantas cosas que Yo no podía venir a jugar solamente, y Yo quería jugar contigo!! Tomaste mi mano y viniste, sin hacer preguntas. ¡¡¡ESO es lo que quiero!!! No que me preguntes qué voy a hacer, solo que me sigas!! Los temores a lo desconocido son una separación entre tú y Yo, así como otros están separados de mí ahora por temores. Pero un niño no pregunta a dónde lo llevan, sólo confía y va".
También agregó: "Te enojaste tantas veces cuando hablé por mis siervos que el próximo mover sería con los niños. Pensaste y dijiste: ¿¿Y qué de los jóvenes?? ¿No te das cuenta? ¡Es con los niños! Si eres como un niño, puedes entrar. ¿¿Entiendes?? Un niño no pregunta, no cuestiona, sólo cree y sigue. ¡¡Sígueme como un niño!!"
Pasado un tiempo, el efecto de la "ebriedad espiritual" pasó, pero Sus palabras quedaron grabadas en mi corazón. Salmo 131 - Mateo 19:13-14 - Marcos 10:13-16 - Lucas 18:15 -17

Mariana - 25 años - Córdoba, Argentina

El Espíritu de Dios estaba moviendo durante el devocional, fue allí cuando vi la fuente de Sangre; una fuente grande, brillante, llena de la sangre de Cristo. Rogaba que Él me lavase en esa sangre, que limpiara mi suciedad porque yo sola no podía hacerlo. Sola no podía ir hasta la fuente; me arrastraba pero no llegaba.
Entonces... Él vino, me tomó de las manos y me llevó hasta allí. Fue algo maravilloso y raro al mismo tiempo porque mientras Él me lavaba, me encontré de repente en una gran habitación llena de doncellas que comenzaron a prepararme y a vestirme con un vestido listo para mí. Las doncellas me decían que tenía que prepararme porque la fiesta ya empezaba, el Rey esperaba...
Pusieron perfume en mi cabeza con una fragancia muy especial, era muy exquisito, tenía el aroma de los hijos del Rey.Cuando estuve lista, pusieron sobre mi cabeza una corona que el mismo Rey preparó.
Cuando sonó el llamado, yo tenía que estar parada frente a la puerta del gran salón con mi vestido nuevo. Fui llevada por las doncellas hasta ese lugar y luego me recibió un servidor de las mesas del Rey y me hizo sentar. Cuando llegó el Rey, se acercó a mí y preguntó si me gustaba el vestido. Yo le dije que sí, entonces, Él agregó: "Yo lo preparé para ti porque creiste en Mí, y clamaste y te lavé de tus inmundicias; ahora estás limpia, cuídalo. Me dio una copa de vino y dijo: ¡Regocijate, regocijate y canta, y danza porque esta es mi fiesta y Yo te invé!"
Comencé a danzar y dar vueltas con mi vestido y pude ver que no era la única en ese lugar, muchos de mis compañeros y compañeras estaban allí; aunque no todos. Danzamos y nos gozamos en la Fiesta del Rey. No puedo olvidar tampoco los zapatos, cada uno tenía su nombre.
Al final, corrí por el salón que era grande y el piso muy brillante. Él tomó de mi mano y me dijo que fuera con Él, salimos del salón y me llevó a un jardín muy bonito, lleno de flores donde descansé. El regresaría luego. Estuve allí por un tiempo. Su paz llenaba todo mi ser. Cuando regresó me llamó por mi nombre y dijo que mirara. A lo lejos pude ver una puerta, muy gruesa y dorada. Jesús me miró, y dijo: "Yo te estoy preparando para que entres por ese lugar. Ahora no puedes, pero el día está muy cercano.Cuida lo que te entregarón". Luego se fue.

N. de la R: Esta experiencia fue también una vivencia de muchos de los estudiantes, sus ropas indignas fueron cambiadas por aquellas que Él había preparado.


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