REVISTA RHEMA


EDITORIAL

UNA INVITACION

En una fecha importante en el calendario de la humanidad como es la Pascua, tenemos la oportunidad de estar juntos otra vez en su casa.
Al abrir esta página deseo rememorar las palabras de aquella antigua y conocida canción, escrita por Willam Cowper; y ¿por qué no?... quizá hasta juntos cantarla.

Hay un precioso manantial
De sangre de Emanuel,
Que purifica a cada cual
Que se sumerge en él.

El malechor se convirtió.
Pendiente de una cruz.
El vio la fuente y se lavó
Creyendo en Jesús.

Y yo también mi pobre ser
allí logré lavar.
La gloria de su gran poder
Me gozo en ensalzar.

Eterna fuente carmesí,
Raudal de puro amor,
Se lavará por siempre
En ti el pueblo del Señor.

No pudo ni la crueldad del madero, ni una tumba sellada, ni los mismos infiernos detener las aguas. Tan profundamente descendieron y tan alto emergieron, que toda la humanidad podría saciar su sed y limpiar sus manchas en aquellas preciosas y tan costosas aguas.

María A. de Miller


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