REVISTA
RHEMA
HISTORIA
DE UN CARPINTERO
Por Sally Hayes
¡Solamente estuve tratando de
emular a Jesús! El, -mi esposo, David, y no
Jesús - ; no debería haberse enojado tanto como
para prohibirme que jamás volviera a tocar sus
herramientas de carpintería. Orgullosamente,
denominé "ropero" a mi creación; El
lo llamó "horror". Apuesto a que
jamás José o María calificaron de
"horror" algo hecho por Jesús.
Mi siguiente creación, tampoco permitió David
que entrara en la casa: fue una tapa para la mesa
del comedor de 2,30 metros por 1,15. Luego, no
pude imaginar cómo ponerle patas; pero
ingeniosamente la acomodé sobre la mesa del
comedor, ya existente, de 75 centímetros por
1,20 metros. Pensé que era estupenda.
¡Enormemente estupenda! Y una vez más, mi amado
esposo, con su peculiar sentido de la estética,
no estuvo de acuerdo y la tapa terminó en el
garaje junto con el ya mencionado
"horror". Ahora está es posición
vertical, contra una pared, con un blanco de
dardos colgado. Y nuevamente aposté a que José
y María jamás hubiesen desterrado al garaje
algo construido por Jesús.
Mi tercer y final intento de emular a Jesús, fue
el siguiente: después que David partiera para su
trabajo, saqué a luz los prohibidos instrumentos
de destrucción, como él los llama cuando están
en mis manos, y con el serrucho hice un pequeño
agujero en la puerta del garaje. Este fue uno de
esos hechos irreversibles, sin retorno. El
agujero estaba allí y para siempre. Era una
puertita para el perro. Desafortunadamente la
puertita resultó ser del tamaño ideal para
Cody, nuestra pequeña fox terrier, la que poco
tiempo después que la obra maestra de
carpintería estuviera terminada, partió hacia
el cielito de los perros. Al cumplir los seis
meses, nuestra nueva mascota,
Lucy Mae, una rottweiller, quedó atascada en esa
"puerta". Y bien, ¿qué?
Así fue que mi deseo de ser como Jesús se vio
severamente frustrado. Me vi obligada a enfrentar
la realidad y aceptarla, llegando a la
conclusión de que mis creaciones resultaron,
después de todo, -como David me lo insinuara con
vehemencia - un testimonio adverso. Los
inconversos, viendo las obras gestadas por mis
manos dirían: ¡Si éste es el resultado de ser
como Jesús, no queremos saber nada!
¡Ojalá Jesús hubiera sido sólo ama de casa y
madre! Quizás entonces, yo hubiera tenido más
éxito con mi búsqueda de la emulación divina.
Recuerdo aquella vez cuando mi hija tuvo una
lastimadura en su dedo y se ofendió cuando no
llamé a una ambulancia. O quizá peor... cuando
su muñeca perdió su brazo y no llamé la
ambulancia. Les aseguro que tanto mi hija como la
muñeca me echaron tal mirada que pude leer en
ellas: "A ti no te importa". Ahora,
pregunto: le habrá ocurrido algo semejante a
Jesús. ¡Uhmmm! Aguarden un minuto; se me
ocurrió pensar que esa cita existe y dice: ¿No
te importa si perecemos?
Cuando Jesús vaciaba sus bolsillos al finalizar
el día, ¿acaso miraba totalmente descreído la
pila de crayones, cosas muertas no
identificables, restos de alimento, botones y
piedras "preciosas"... Estos rubros se
los entregaban sus discípulos para que Él los
cuidara. Miraba esa pila de objetos al mismo
tiempo que suspiraba, murmurando algo como...
¡Soy adulto y casualmente, también soy Dios!
Entonces, ¿cómo puede estar pasándome esto?
Y los interrogantes suman y siguen: Alguna vez
hizo Jesús cosas bondadosas por las cuales no
recibió agradecimiento alguno; debió ocuparse
alguna vez de las migas que están abajo de la
mesa o de la suciedad de las uñas de los pies;
tuvo alguna vez que aparecer con la comida lista
para huéspedes inesperados, cuando las alacenas
estaban vacías; se vio obligado a defender a
alguno de sus hijos cuando sabía que más allá
de toda duda razonable, era realmente culpable.
Uhmmm, ahora que lo pienso, es cierto, sí, lo
hizo.
Después de todo, tal vez debería dejar de lado
mis herramientas de carpintería. Todo esto suena
a que Jesús cocinaba y limpiaba; escuchaba
preguntas tontas, enjugaba lágrimas, encaraba la
ingratitud, y también se preocupaba de las migas
que yacen debajo de una mesa y de la suciedad
debajo de las uñas de los pies...
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