REVISTA RHEMA


EL CORDERO PASCUAL
Por Edward Miller

 

«Cuando visité Taiwán por primera vez, reparé en algo que despertó mi curiosidad. Observé que muchas casas tenían puntos rojos en la parte superior de la puertas y en ambos laterales. Traté de investigar esto con los lugareños sin obtener respuesta alguna. Para mí, era la forma de la cruz; lo que también implica la cabeza y ambos brazos. Si retrocedemos en el tiempo, a través de la historia de la humanidad, el símbolo de la cruz ha permanecido inmutable...»

Como habrán de recordar ustedes, en la ceremonia de consagración de un sumo sacerdote, tanto sus manos como su cabeza y frente, eran ungidos con sangre. Y nos dice la Palabra, en Exodo 12: 3-7 "... en el día diez de este mes, tómese cada uno un cordero, según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año, lo tomaréis de las ovejas o de las cabras y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomarán de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas..."
De esta lectura surgen cinco palabras esencialmente destacables: "el cordero será sin defecto."
Ante Su Presencia, nuestro Cordero, el Señor Jesucristo también fue sin defecto, ¿no es verdad?
Unos cuantos años atrás estaba participando de una reunión donde había un mover del Espíritu Santo. Mientras las alabanzas del pueblo y la mía se elevaban a los cielos, me encontré diciendo: "Dios, dese-aría tener algo mejor para ofrecerte"

Alababamos, pero parecía tan insignificante la alabanza. Deseaba tener algo de más valor para presentarle. Dios no se demoró en responder: "Tu cordero será sin defecto". El estaba hablando de Jesús.
Nosotros tenemos algo aceptable que ofrecer: el Cordero de Dios que es sin defecto. Dios nos entregó a Jesús y podemos dárselo de nuevo. ¡Podemos darle una ofrenda maravillosa!
En Exodo 12:13 leemos: "y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros y no habrá en vosotros plaga de mortandad, cuando hiera la tierra de Egipto."
Ahora bien, no influyó en absoluto que la sangre estuviera dentro de la casa o no, ni si tenían en el patio de atrás una docena de corderos muertos y una docena de vasijas llenas de sangre; si la sangre no aparecía sobre la casa, la mortandad caería sobre ellos.
La sangre debía aplicarse. Dios nos ordena que hay que mantener la sangre visible y exhibirla durante toda la noche. En las Sagradas Escrituras "la noche" se asocia con la actualidad, mientras que "la luz del día" representa la venida de Jesucristo.

En lo que a mí se refiere, no es suficiente que El haya muerto crucificado y su sangre derramada en la Cruz del Calvario. Repito: ¡no lo es! Porque hay algo que
queda pendiente, la sangre debe aplicarse; el precepto debe honrarse. "... Cuando vea la señal (ó sea la sangre) pasaré de vosotros". Debemos aplicarla a nuestras vidas; debemos mantener la limpieza de nuestras vidas durante la noche. Nos metemos en todo tipo de cosas que necesitan de limpieza: no es ése el punto; el punto es que cuando el ángel de la muerte pase por la tierra de Egipto, solamente buscará algo visiblemente práctico y esto es "la sangre puesta en la casa". La Palabra nos dice..."cuando vea la señal, pasaré de vosotros". Realmente, es lo único que
importa.
Quiero también citar 1 Corintios 11:27: "...de manera que cualquiera que comie-re este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor"; y también en1 Corintios 11: 29-30, Pablo dice: " Porque el que come y bebe indignamente sin discernir el cuerpo del Señor juicio come para sí. Por ello hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen".
Pablo dice claramente en el Nuevo Testamento que la maldición más poderosa, es venir a la comunión y sostener en nuestras manos la copa de la sangre de Jesús y jamás aplicarla. ¡Esto es una burla!

ENFERMEDAD

Las enfermedades son las armas del ángel de la muerte, - ¿no es así? - ¿Recuerdan las plagas en medio del pueblo? -
Quiero recordarles que en la guerra se perdieron más vidas por la epidemia de gripe que azotó a las tropas que por efecto de las armas.
Ignoramos el día en que el ángel de enfermedad vendrá y pasará con una legión de enfermedades de una u otra clase.
En Segunda Reyes 19:35 se lee: "... salió el ángel de Jehová y mató a 185.000 Asirios en una noche." Esta también fue una plaga bastante virulenta. El ángel de la muerte barrió con el ejército asirio. ¿Qué clase de plaga usó en este caso ?, no lo sé; ignoro cuántos de ellos murieron con exactitud pero Pablo lo expresa de forma directa: ". . . por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros y muchos duermen" (1 Corintios 11:30).

COMPROMISO Y
ARREPENTIMIENTO

Es de vital importancia que la sangre sea puesta "personalmente". Debo comprometerme con mi lavado, con la limpieza de mi vida, diariamente.
El arrepentimiento no es un proceso breve sino una constante renovación que dura toda la vida. Siempre eludimos el acto
de arrepentimiento porque como dijo Pablo "... las cosas que quiero hacer, no las hago, y hago en cambio las que nunca quisiera hacer." La fuente continúa allí y es necesario que regresemos a ella. El sumo sacerdote cada vez que iba a ofrecer sacrificio en el altar, tenía que lavarse.
Debemos mantenernos limpios. No sabemos en qué día u hora el ángel de la muerte ha de pasar. El no dijo que lo haría a las 2:35 a.m., ni a las 12:15 o a las 4:17 p.m. El dijo "cuando yo venga..."

EL GRAN SIMBOLO

En nuestra Iglesia no tomamos la Santa Cena muy asiduamente porque se trata de algo muy, pero muy precioso a los ojos de Dios. La tenemos preparada siempre, pero no siempre siento que se puede participar de ella, las condiciones deben ser las correctas; no siempre hay el correcto espíritu, ni el momento es el indicado. En estas ocasiones no la servimos.
Cuando el ungido y la fe se acercan a la mesa de la Santa Cena, es como si (y subrayen estas palabras) "como si" se tratase de la sangre de Jesús, porque es Su Símbolo. Los símbolos son muy importantes y no debemos jugar con ellos. Y el vino simboliza Su sangre. Jugar con este símbolo representa un insulto y un dolor terrible para el corazón de Dios, que nos hace vulnerables a una infinidad de problemas. Les recuerdo... a causa de ellos, algunos duermen, algunos están enfermos y algunos debilitados.

En 2 Corintios 7:10 leemos lo siguiente: "porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte." Venimos al altar a pedir perdón, arrepentidos por fe; venimos para lavar nuestras manos, arrepentidos por las cosas malas que hemos hecho, a causa de nuestras desobediencias por medio de manos, pies, oídos o lo que fuere.
Pues entonces límpiese; permita la unción por la sangre para evitar que cuando el ángel de la muerte venga, la casa - su templo - esté puesta allí, según la orden de Dios, en la parte superior y en ambos postes. No creo que Pablo estuviera fantaseando cuando dijo: ... pruébese cada uno a sí mismo. El cordero inmolado es un símbolo precioso para el Padre porque se trata de su amado unigénito.

El Señor me dijo hace ya mucho tiempo: "no tomes la cena con ligereza" ¡no lo hagas! En mi vida, en tres ocasiones tuve que salir de la congregación al no soportar ver la forma en que se celebraba la Cena del Señor. Fueron actos insultantes para Dios. Debemos tomar conciencia de que estamos tratando con un asunto muy querido por Dios: estamos tratando con su amado unigénito, que fue asesinado por causa de nuestros pecados, para que obtuviéramos redención a través del derramamiento de su sangre.
Su sangre es poderosa, tan poderosa como su propia creación, porque siendo la vida misma de Dios, nos la ofrendó.

En consecuencia tenemos una obligación, pero una obligación maravillosa: recordar que tenemos que aplicar la sangre en nuestras vidas.
Les pido que beban de la hierba amarga del arrepentimiento; que se acerquen al Altar y clamen al Señor: "Jesús, lávame íntegramente y luego por favor aplica tu valiosa sangre en nuestras bocas, en nuestros oídos, en nuestros ojos, manos y pies porque hemos cometido agravios contra Ti".


Permítame compartir este testimonio personal. Durante siete años consecutivos, mi esposa y yo viajamos por causa de nuestro ministerio a setenta países. Compartimos sus alimentos, convivimos con ellos, experimentando un sin fin de distintas situaciones. Así y todo, nunca tuvimos que llamar a un médico. ¿Ustedes creen que fue porque nos portamos bien? ¡por supuesto que no! Fue porque obedecimos Su mandato y mantuvimos la sangre aplicada.
Tengan siempre en cuenta la Palabra... "cuando vea la señal, pasaré de vosotros."
Nos hallamos muy próximos a festejar la Pascua, los invito a reconsiderar el verdadero y hermoso significado de la misma.

REGRESAR AL INDICE RHEMA