REVISTA RHEMA

EDITORIAL
Por Maria A. de Miller

 

Victoria en la Debilidad

El tiempo glorioso del ministerio de Jesús en esta tierra llegaba al ocaso. Los ciegos ya no sentirían su mano posar sobre sus ojos. Los endemoniados no escucharían su voz proclamando libertad. La muchedumbre no lo rodearía para escuchar sus enseñanzas, ni tampoco habría palmas que se echarían en el camino para exaltarlo.
¿Sus discípulos? Ellos conocerían el silencio, la separación, la fe probada hasta los tuétanos, las esperanzas que se derrumbarían estrepitosamente. Sí, crisis en fin.
Se da paso a una nueva etapa en la vida y misterio del MAESTRO. Tan opuesta, tan contrastante, tan incomprensible.
Lo que seguía al esplendor y muestra de gran poder también eran enseñanzas de gran valor. Ciertamente como hoy escribo esto, en uno u otro momento de la vida, tendremos necesidad de asirnos de ellas como a un fuerte ancla.
Esta etapa trazaba un sendero solitario. Dolor. Humillación. Vergüenza. Sus discípulos, sus amados, eran espectadores distantes, envueltos en su propio dolor. Jesús, nuestro Maestro, caminó esa senda para que usted y yo un día podamos transitarla en VICTORIA.
Me detengo en la antesala de la Cruz. Ella me habla de un Hijo que aceptó la buena voluntad del Padre, no sólo en el éxito pero en el dolor también. No sólo cuando fue ovacionado su nombre pero cuando fue negado también. Cuando fue exaltado y cuando fue humillado. Cuando escuchó al Padre decir: "Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia", y cuando el Padre guardó silencio en la cruz. Sí...SILENCIO
El enemigo parecía haber obtenido la victoria. Las acusaciones, las burlas, sus astutos e hirientes dardos llegaban a aquel clavado en el madero: "Confió en Dios, líbrele ahora si le quiere, porque ha dicho soy Hijo de Dios" (Mateo 27: 43)
¡Lea esto de nuevo!; por favor una vez más. Si usted es un hijo de Dios también escucha-rá esto; su adversario se encargará que estas palabras lleguen bien profundas a su alma, en el momento indicado.
Satanás no sabía que en la debilidad se escondía el poder del Todopoderoso. Escondido
a los ojos de todos, un gran telón había caído delante de los espectadores: hombres, ánge
les e infierno. Un telón llamado DEBILIDAD. Y detrás de ése telón estaba deplegándose
la puesta en escena más magnifica. El PODER más devastador contra el enemigo.¡Ro-
tundamente devastador!, que significaría la victoria del hijo de Dios. Su triunfo y el
mío también.
Victoria en las crisis; victoria en el dolor; victoria en el aparente silencio; victoria
en medio de la lucha; victoria en la larga espera; victoria en la debilidad.

 

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