REVISTA RHEMA

TIEMPO DE VISITACIÓN

La vida del hombre tiene un tiempo determinado por Dios. Ni el tiempo de nacer, ni el tiempo de morir está en nuestra decisión; solo el Soberano dispone estos tiempos. Los límites de nuestra vida están entre estos dos tiempos: tiempo de nacer y tiempo de morir.

Durante el tiempo de vida podemos tomar muchas decisiones, unas para bien y otras para mal. Entre todos los tiempos el Señor Jesús asignó una importancia fundamental al tiempo de visitación.

Tan importante es este tiempo, que en los evangelios se menciona sólo dos veces en las cuales "Jesús lloró". Una frente a la tumba de su amigo Lázaro y la otra al ver la ciudad de Jerusalén rodeada, sitiada y derribada a tierra por sus enemigos; y esto sucedería, dijo, por no conocer el tiempo de su visitación.

No solo el hombre (como individuo) tiene tiempos de visitación; sino los países, las ciudades y las familias.

¿Qué es el tiempo de visitación? Es el tiempo que Dios elige para acercarse a nuestras vidas y salvarnos.

Tal vez este tiempo está muy atras en nuestra experiencia y ya lo hayamos incorporado como algo del pasado que nunca volverá a repetirse. En cierta manera es verdad, porque Dios nunca se repite. Él hace siempre cosas nuevas. Pero si mantengo mi corazón en una actitud expectante y sediento por las cosas celestiales, Él siempre llenará mi vida de una relación más nueva y más cercana.

Reconozco, para la gloria de Dios, que Él ha visitado mi vida en varias ocasiones. Es mayor el deseo que Él tiene por el hombre que lo que el hombre puede anhelar de Dios.

Sin embargo, muchas veces nos sentimos tan cómodos y seguros con todo lo que Dios nos ha bendecido, que nuestra búsqueda se detiene y nuestra sed se apaga. Es el momento en que nuestro amor se enfría, nuestra fe se estanca y comenzamos a ver como vulgares todos aquellos preciosos tesoros que Dios nos dio. Quiero recordarte que cada gota de bendición costó una gota de su preciosa sangre derramada en el Calvario.

Negarnos a caminar en la nueva luz que Dios quiere darnos es rechazar esa preciosa sangre.

Querido hermano: si Dios te ha concedido participar de un mover de Dios o de un tiempo de visitación especial, guárdate atento, Él quiere darte aún más.

Alguien dijo que los peores enemigos de un mover de Dios son aquellos que participaron en un mover anterior.

Es nuestra oración que la lectura del material incluído en este nuevo número de nuestra revista, despierte un deseo mayor por Dios en tu vida, para que puedas gozar de un nuevo tiempo de visitación en tu ciudad, en tu iglesia y en tu propia vida.

Hasta la próxima,

Eduardo E. Pierini

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