REVISTA RHEMA

TIEMPOS DE REFRIGERIO

Cuando viajamos a un país donde se habla otro idioma, lo primero que recibiremos será un shock más que una bienvenida. Los carteles lanzarán mensajes que no entendemos. Los altoparlantes anunciarán avisos incomprensibles, por lo menos para nosotros. Y cuando buscamos salir del aeropuerto, normalmente seguiremos tras la multitud con la esperanza que ella se dirija al lugar que nosotros queremos ir.

Estamos hablando de cambiar de un país a otro en esta tierra, donde el idioma y las costumbres son distintas. Yo me pregunto cómo será el día que nosotros pasemos al otro mundo, al mundo de los Cielos. Mundo con un lenguaje distinto. Mundo de plena luz. Mundo inimaginable.

El Espíritu Santo, durante el tiempo de nuestra vida, tiene una gran misión: prepararnos para encontrarnos con un Ser santo y puro, en ese otro Mundo.

BENDICION SEGUN DIOS

«A vosotros primeramente, Dios habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad» (Hechos 3:26)

El deseo y la voluntad de Dios es bendecirnos. Cuando nosotros hablamos generalmente de la bendición de Dios, lo hacemos egoístamente, pensando en cosas materiales. Quizás un coche más nuevo, una casa más linda, una cuenta bancaria opulenta. El concepto de Dios es muy diferente. En el versículo citado podemos ver la bendición más grande que Dios tiene para cada uno. Mirémoslo:

«A fin de que cada uno se convierta de su maldad». Sí, ésta es la bendición: convertirnos de nuestra maldad; sacarnos de nuestro pecado; llevarnos a la vida; llevarnos a la luz. ¡Qué tremenda bendición!

«Así que arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la Presencia del Señor tiempos de refrigerio» (Hechos 3:19)

Para Dios un tiempo de refrigerio no son lindos cultos, no son señales, no es poder. Un tiempo de refrigerio según Dios es que nuestros pecados sean borrados de nuestro corazón; que podamos ser convertidos de nuestra maldad; que podamos ser traídos a la libertad. Ellos son enviados con fines muy específicos.

CAUTIVADOS

¿Cómo hará Dios esto? Dios cautivará su corazón y el mío, su voluntad y la mía. El Espíritu lo intentará de una forma u otra; a través del amor de Dios, de su misericordia, su paciencia, su ternura. Y una vez cautivado nuestro corazón podremos decidir voluntariamente venir a ÉL.

¿Sabe que Ud. y yo podemos decidir también voluntariamente ir al infierno? Muchos son los que deciden ir allí. También otros deciden ir al Cielo, que es ir a Dios.

Nadie va a Dios por la fuerza. Yo no sé si Ud. ha intentado ir a Dios por la fuerza. Hubo tiempos que lo intenté. Prometí ser un buen creyente; quería llegar a serlo. Por supuesto no duraba mucho. Con suerte, quizá un día; casi siempre la mitad de él. Tengo que reconocer que he fracasado en el intento. De una cosa pude darme cuenta, cuando Dios cautivó mi corazón, cuando Dios me enamoró de Él, pude ir adonde fuera.

En una ocasión pregunté a Dios qué fue lo que hizo que muchos de mi generación dejaran carreras, futuros promisorios y tomaran la decisión de seguir a Dios. Aunque esa decisión sonaba a locura, aunque todos estaban en contra, uno decía: «Lo tengo que hacer». Hoy miro la generación presente y me pregunto ¿por qué no está esto en ella? ¿Qué fue lo que nos impulsó? Queríamos llegar a ser un buen creyente, porque la mayoría éramos religiosos; creyentes ¡no! El amor a Dios nos motivó. Por ese amor estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa.

Dormíamos tres horas por la noche ya que las reuniones duraban hasta altas horas, y luego esperaba el trabajo temprano a la mañana. No unas pocas veces, semana tras semana.

A medida que fueron pasando los años y los tiempos de Dios, y el Espíritu Santo cautivó aún más mi corazón, estuve dispuesto a seguirle aun

que el futuro parecía muy incierto. Yo sé que hay muchos que han vivido esta experiencia; no soy la excepción. Estaba dispuesto a pasar hambre o necesidad; no me importaba tener los muebles de cajón de manzana. ¿Acaso se debía esto a que éramos más consagrados? ¡No! ¿Sabe qué fue? El amor de Dios se acercó y cautivó nuestros corazones.

En estos días el Espíritu se está acercando otra vez. No lo traerá de los pelos ni tampoco de la oreja, porque Dios es amor.

Se encontrará diciendo sí, no porque la ley lo dice, sino por amor. El Señor no tendrá una esposa religiosa sino una enamorada.

LIBRES DE ACOSADORES

La obra de Dios en nosotros nos saca de nuestros grandes enemigos: la muerte, el pecado, Satanás, el infierno, el mundo, la carne, el ego. Del infierno y de Satanás Dios ya nos sacó. El momento en que nos convertimos fuimos trasladados del Reino de las tinieblas al Reino de Su Amado Hijo. Pero creo que varios nos dimos cuenta que, a pesar de que dejamos el infierno y a Satanás, algo dentro nuestro que se llama «el EGO», «el yo» y «la carne» forcejean. Y los tiempos de refrigerio de Dios son para librarnos de estos acosadores y prepararnos para entrar a ese mundo de Vida y Luz.

¿Sabe lo que produce el EGOISMO y la CODICIA?...AMARGURA. Estos son semejantes a niños que cuando quieren algo comienzan a chillar y patalear. Buscan una posición. Quieren que lo tengan en cuenta. Se frustra cuando ven a otro haciendo lo que ellos tendrían que estar haciendo. Entonces viene la compañera ENVIDIA, empieza a decir: «¿Por qué no puedes tener lo que ese tiene? ¿Qué tiene ese que tú no tienes? ¿Por qué ese puede hacer lo que tú no haces? Es justamente allí donde llega otro amiguito: el ORGULLO. Este dice: «Tú no lo tienes, pero merecés tenerlo».

Entonces la conciencia comienza a trabajar, y se convence de que es cierto, que él lo merece. La culpa la tiene el otro. Todo este enojo desembocará en ira y rabia. ¿Sabe dónde empezó todo esto? Por favor...lea nuevamente el principio de este párrafo. Los tiempos de refrigerio de Dios son para librarnos de nuestra maldad.

Entonces no habrá un shock cuando lleguemos a los portales de perla, cuando nos encontremos cara a cara con la Gloria, la Luz y la Santidad

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