MIRE Y VI
MISTERIOS ....
LIBRO II
VISIONES DADAS A ANNIE
CONTADAS A
R.EDWARD MILLER
PREFACIO
Aquellos sinceramente hambrientos que han gozado del primer
libro " MIRA ", encontrarán este segundo volumen como
una deliciosa continuación. Sin embargo el presente, en ningún
sentido pretende ser final. Dios continúa revelándose a Annie
cada día, dándole a conocer Sus caminos y Sus secretos.
Tremendas son las cosas que esta enseñándole, mientras ella
permanece "en el Espíritu", así como Juan en tiempos
pasados .
Por el conocimiento de la palabra de Dios, es dada luz sobre
estas revelaciones. Ellas, al mismo tiempo, nos están llevando a
percibir nuevas profundidades en las escrituras, tal como
sucedió con aquellos dos discípulos cuando Él les hablaba
durante la caminata, después de Su resurrección.
Desde la publicación de "MIRA" y, para nuestra gran
sorpresa, Annie ha llegado a ser nuestra hija política al
casarse con Ken, nuestro hijo de veintidós años. Por lo tanto,
hemos tenido mucha oportunidad de observar y evaluar de cerca,
esa obra de gracia del amor de Dios en y a través de ella.
Estamos muy agradecidos por esta hermosa unión y nos
maravillamos al comprobar el crecimiento y percepción espiritual
que, en menos de un año y medio, Dios le ha dado.
La continuidad de las visiones - con la prueba del tiempo - ha
revelado una interrelacion divina. Hay un entretejido hilo de
verdad que nos lleva al Señor mismo y luego a Su palabra viva.
Lucifer, aquel ángel de luz, a través de orgullo, ambición,
voluntad propia, formas de amor propio, suciedades, etc., engaña
al hombre y le hace errar. Por eso, sólo en la medida en que
honesta y diligentemente nos abramos al Señor, buscando su
limpieza y liberación, podremos ser guardados en estos últimos
días. La humildad de corazón y la ausencia de ambición
egoísta en su búsqueda privada son, en esta pequeña, el
resultado directo de aquella hermosa, fiel - y a veces drástica
- operación del Señor. Uno no puede verdaderamente contemplar,
amar y adorar cada día a Jesús, sin experimentar
transformaciones a Su semejanza.( I Cor. 3: 17,18).
Una revolución espiritual, política, económica y cultural se
está extendiendo muy rápidamente en la tierra. Esto se revela
con una claridad mayor a través de las visiones que fueron dadas
últimamente. El mover del Espíritu en el mundo, especialmente
entre los jóvenes, se manifiesta como una revolucionaria
separación de un pueblo para el Señor mismo. Aquí también,
muchos están siendo divinamente impulsados para buscar, un
encontrar, un amar y un conocer revolucionarios de Aquel cuyo
nombre es Admirable.
La Nube de Gloria prometida en el primer capítulo de Los Hechos
y confirmada en estas escenas celestiales, se encuentra muy
cercana. Temibles y maravillosas cosas están sucediendo sobre la
tierra y, en muchos lugares, otros jóvenes como Annie tienen
transformadoras experiencias con el Cristo resucitado.
Este segundo libro es encomendado en las manos y corazones de
aquellos que han sido preparados a través de fervientes
oraciones y estímulos divinos para buscarle intensamente y para
obedecerle. Estos obedientes aman su venida y serán cubiertos
por Él, en medio de la pavorosa tormenta que esta surgiendo
sobre la Tierra.
Jack Schisler.
INTRODUCCIÓN
Con una extraña urgencia y con mucho temor y temblor,
presentamos el segundo libro de las visiones que a nuestra hija
Annie - ahora casada - le han sido dadas, las cuales ha
compartido con nosotros. Resulta difícil saber dónde concluir
este volumen y dónde comenzar el tercero, pues, hasta el
presente, no hay fin a la manifestación celestial y
comunicación que Dios está dándonos en esta última hora.
Nos hemos abstenido de hacer interpretación alguna de las
visiones. Sabemos que la palabra de Dios no es de interpretación
privada y, por lo tanto, preferimos dejar esta por cuenta del
lector. Confiamos que el mismo Espíritu Santo que las ha
inspirado, también se encargará de guiar al sediento que las
lea, a la verdad que Él desea transmitir. Esta es Su palabra
para nosotros. Hemos hecho todo lo posible para compartirla
fielmente, tal como nos ha llegado bajo la unción e impulso del
Espíritu Santo.
Al parecer, en este grupo de visiones, Él ha deseado
introducirnos en algunos de los velados misterios concernientes a
la iglesia, Sus tratos con ella, las obras del enemigo, el
misterio de la iniquidad y, en una pequeña medida, la forma
cómo éste opera.
Las visiones están en forma simbólica o de parábola y, muchas
veces, en una manera enigmática. Durante los tiempos antiguos
era siempre así como Dios hablaba por medio de sus profetas.
Había cosas que ellos mismos no podían comprender, ni aún
descifrar.
Creemos que estas verdades son totalmente compatibles con la
Biblia. También están en plena armonía con nuestra
comprensión de Sus tratos y propósitos, basados en casi
cincuenta años de caminar en la presencia del Espíritu Santo y
más de cuarenta de ministerio. Esto resulta muy sorprendente, si
consideramos que a esta hija nacida nuevamente en Él y llevada a
los lugares celestiales en el Espíritu, le es dado conocer en un
momento, lo que a nosotros nos ha tomado años aprender por otros
medios.
Esta verdad, cual un terrible impacto, nos hace ver que la hora
de traer a luz Sus manifestaciones de los últimos tiempos, Su
revelar de misterios escondidos, ya ha llegado. No podemos
postergar nuestras creencias a un futuro lejano y confuso.
Sabemos que en realidad estas cosas se encuentran sobre nosotros
y Él está comunicándolas a los que tienen oídos para oír.
Él prometió que sobre Sus hijos de luz, estas cosas no
vendrían como ladrón en la noche, porque serían prevenidos y
avisados, antes que aquel momento llegara.
Nuestra oración es que a los hijos de luz y a aquellos que han
recibido oídos para oír, también les sea dado el vivificar del
Espíritu Santo para leer y comprender estas cosas .
R. Edward Miller
LA CRUZ Y LAS PIEDRAS VIVIENTES
Cuando entré a Su presencia hoy, Él se acercó y me
preguntó por qué había permitido que entraran pensamientos tan
mentirosos a mi mente, por qué había continuado
entreteniéndolos, y por qué dudaba que Él estaba conmigo. Su
tono amoroso reflejaba tanta tristeza que me hirió
profundamente. Al asegurarme que Él estaba siempre conmigo y
dentro de mí, todos mis temores desaparecieron como cuando el
sol temprano de la mañana hace desaparecer las gotas de rocío.
Me llenó con el amor más tierno, inundándome con un sentir de
seguridad plena, y entonces me elevó hacia Sí mismo, al lugar
donde Él habita en Su Nube.
Repentinamente me encontré en la casa de piedras vivas donde Él
me mostró otro de sus grandes cuartos - una habitación que es
muy inferior a aquella que es el lugar de Su morada. Si me
encontraba dentro de este cuarto, o fuera de él mirando hacia
adentro, no lo sé. Pero sí, sé que yo estaba con Él en Su
Nube, esta Nube que es Él mismo, y que siempre me llena de
asombro. Aunque en este lugar los ángeles le rodeaban ellos no
llamaban la atención hacia sí mismos.
Las piedras vivas que formaban las paredes de este templo o
santuario, estaban llenas de vida celestial y brillante de luz.
Todas ellas estaban adorando una cruz de tamaño enorme y de
tremenda belleza que estaba en ese cuarto. Esta cruz de luz
purísima brillaba con gran resplandor. Todos y todo en este
cuarto estaba lleno con la maravillosa luz que emanaba de esta
cruz. No encuentro palabras para describir adecuadamente la
gloria hermosura de ella.
Aunque Jesús en la Nube estaba presente entre las piedras vivas,
y era infinitamente más maravilloso que la cruz misma, ellas,
sin embargo, no parecían en absoluto estar conscientes de Él.
Yo me preguntaba muy asombrada por qué estas piedras vivas
estaban todo el tiempo adorando la cruz en lugar de adorar a
Aquel que estaba presente en tal excelente gloria. Ellas
continuaban adorando la cruz, sin mirar siquiera hacia Él.
Luego el Señor me explicó que aunque Él estaba presente en la
manifestación más alta de Sí mismo, dada hasta ahora, las
piedras vivas no podían verle cuando Él se manifestaba a ellas
en esta forma superior.
Ellas estaban contemplando ávidamente la belleza y gloria de la
cruz, adorándola en profundo amor y siendo inundadas de la luz
que emanaba de ella. La contemplaban tan fijamente que no podían
ver al Señor mismo, cuya luz y gloria eran tanto mayores. Como
yo podía verle presente entre ellas, estaba muy perturbada y no
entendía en absoluto por qué no estaban conscientes de Su
presencia.
EL TIEMPO DE MAYOR LUCHA
Nuevamente tuve un duro tiempo de lucha contra las fuerzas de
oposición antes de poder entrar a Su presencia. Cuando Él vino
y me llevó hacia Sí mismo, Su amor lavó toda perturbación y
tensión de la batalla y me sentí completamente renovada y
recompensada.
Cuando Él comenzó a hablar, me preguntó por qué tenía temor
y pensaba que no tendría las fuerzas suficientes para cumplir la
tarea que Él estaba requiriendo de mí. "Qué eres sin Mi
fuerza?", me preguntó, "ten la seguridad de que Yo
mismo soy tu fuerza. Ni siquiera debes pensar que no podrás
cumplir lo que requiero de ti".
Cuando me instó a mirar, me mostró Su pueblo sufriendo graves
ataques del enemigo, quien les asediaba como una epidemia
virulenta. Vi nubes enormes, negras y pesadas de fuerzas de
maldad que les presionaba sin tregua como una verdadera invasión
de tinieblas. Eran horripilantes, determinadas y poderosas. Estos
seres tan viles, azotaban en ola tras ola de furia.
Entendí tan claramente que Él me estaba mostrando un cuadro de
lo que está aconteciendo actualmente, en "el ahora".
Él no estaba prediciendo cosas que sucederían en el futuro.
Me dijo que el enemigo, ahora grandemente enfurecido, vendría de
muchos y distantes lugares uniendo sus fuerzas y concentrando sus
ofensivas contra el pueblo de Dios intentando vencerlos,
desorientarlos y confundirlos. "De todas formas el enemigo
no podrá prevalecer contra Mí porque Yo moro en medio de
ellos" dijo el Señor.
Me explicó que, no solamente Él había permitido esos ataques,
sino que los había causado, porque el levantamiento del enemigo
instaba a Su pueblo a acercarse a Él más aún, huyendo hacia
Él para encontrar refugio. Aunque el infierno entero se
levantara contra ellos, todos los ataques o arremetidas del
maligno, serían completamente en vano. "La hora ha llegado
en que Mi gloria será revelada en los míos y esta hora será
realmente gloriosa".
El me dijo: "Por qué dudas?". Todo lo que te he dicho
sucederá. Ni una sola palabra quedará sin cumplimiento".
LA TEMPESTAD CONTRA LAS PLANTAS
Luego de un breve tiempo de batalla, pude entrar a Su presencia.
¡Qué hermosa bienvenida Él me dio! Nunca puedo entender por
qué Él me ama tanto, ni por qué nunca deja de recordarme Su
amor. Este amor parece fluir de Él constantemente en grandes
olas que me cubren e inundan. Ordenándome que no temiera y
llenándome con Su paz, me llevó a la Nube que estaba en
relativa calma.
Cuando mire en obediencia a Su orden, vi nuevamente el mismo
campo de Sus plantas que había visto antes, pero esta vez
estaban siendo castigadas por una terrible tormenta. Horrible,
negra, vengativa y llena de furia, parecía determinada a
destruir sin compasión todas las hermosas plantas que Aquel que
las había creado, amaba tanto.
Yo estaba llorando llena de tristeza, pero Él me consoló,
diciéndome que no llorara, ni estuviera triste.
"Mira", me ordenó, y al hacerlo, vi las muchas raíces
de esas pequeñas plantas. Nunca había visto tan enormes raíces
ni tanta cantidad de ellas en una sola planta. Cuando vi que
estas inmensas raíces como gigantescos tentáculos estaban
arraigadas en la tierra tan profundamente, supe que ninguna
tempestad, no importa cuán furiosa fuera, podría en ninguna
forma lastimar o dañar Sus plantas. (Lo mejor o peor - que la
tormenta podría hacer - sería sacudirlas superficialmente.)
"Yo no corro riesgo alguno al permitir que la furia de la
tormenta venga contra mis plantas", me explicó,
"porque las raíces de estas plantas son mi propio ser, (y
porque estoy seguro de mis plantas, puedo permitir que la
tormenta venga en furia contra ellas, sabiendo que están
profunda y firmemente arraigadas y que no serán destruidas,
dañadas, ni desarraigadas. Nada ni nadie puede destruirlas,
desarraigarlas ni dañarlas porque Yo estoy habitando con ellas y
porque todas están profunda y firmemente arraigadas en Mi".
LOS FUEGOS PURIFICADORES
A pesar del dolor físico, mucho cansancio, y un pesado sentir
de desánimo, me fue dado proseguir hasta entrar a Su presencia.
Luego de una breve y tierna bienvenida, Él otra vez me dijo que
no temiese e inmediatamente me encontré en el lugar donde habita
en Su nube.
Cuando me ordenó mirar, vi otra vez las piedras vivas, de oro
puro y cristalino, que forman las paredes de Su templo allá
arriba. Esta vez vi las mismas piedras aquí abajo sobre la
tierra (aunque la tierra vista en el Espíritu es absolutamente
diferente a lo que parece a los ojos naturales. Ni tampoco las
piedras vivas sobre la tierra tienen el mismo aspecto. A pesar de
saber que estas piedras eran exactamente las mismas que había
visto allá arriba, la gloria, hermosura y plenitud de luz eran
en gran manera disminuidas. Las mismas cosas que he visto en las
dos esferas son tan diferentes entre sí, que casi no cabe
ninguna comparación. Sin embargo, yo sé que son una misma cosa.
En realidad, nada de lo que Él me ha mostrado en las regiones
celestiales son parecidas cuando las veo sobre la tierra. No
obstante, yo sé que son las mismas cosas.
El fuego que estaba ardiendo en esas piedras vivas era bastante
diferente al fuego que había visto ardiendo dentro de ellas en
el cielo. Era también diferente al fuego que había visto
proceder de Él, durante los tiempos de Sus iras y juicios. Estas
piedras vivas no estaban todas agrupadas en el medio de un fuego,
sino que cada piedra había sido contaminada por algunos insectos
nauseabundos y este fuego estaba consumiéndolos. Este calor
feroz estaba purificando cada una de ellas consumiendo todos los
elementos extraños y contaminadores que no debían estar.
Estos fuegos eran muy necesarios porque estaban quemando y
consumiendo todo lo abominable que las contaminaba y destruía.
Mientras tanto, el Señor las vigilaba muy cuidadosa y
tiernamente para que en ningún momento el fuego llegara a ser
demasiado. Como un padre amante vigila con ternura y cariño
sobre su niño gravemente enfermo cuando se le ha suministrado
una medicina potente para restaurar su salud, de esta manera,
vigilaba el Señor sobre los Suyos. Él no era indiferente en
absoluto a los dolores que estos fuegos causaban en Sus hijos,
sino que con el amor más tierno los cubría con Su Nube,
manteniendo una vigilancia diligente y continua sobre ellos. Se
conmovía constantemente ante sus angustias y clamores. Él nunca
los dejaba solos ni por un momento, parecía estar llorando
justamente con ellos. Sin embargo, al mismo tiempo, Él se gozaba
sabiendo que los fuegos estaban obrando una purificación y
limpieza en ellos.
Me maravillaba al ver el proceso limpiador de los fuegos, pero a
la vez, me turbaba grandemente ver, que el mismo fuego que traía
limpieza, bendición y purificación a algunos, traía gran
destrucción a otros. Al observar, vi que este fuego que
procedía de Él, destruía completamente alguna de las piedras,
consumiéndolas totalmente, no obstante yo sabía que el fuego
procedía de Él. Las mismas llamas que eran hermosas,
purificadoras para algunos eran terribles y destructivas para
otros. De todos modos, la mayoría de las piedras que me fueron
mostradas soportaron el fuego y no fueron consumidas.
En un tono de urgencia, me dijo que el tiempo era muy corto y que
habría pruebas de fuego para cada uno de los Suyos. "Hay
muchas cosas que quemar y enderezar en los míos antes de que
pueda manifestarme a través de ellos y poder hacer lo que tengo
determinado. Esperaré sólo un corto tiempo para aquellos que
permanecen voluntariamente ciegos y sordos. Luego vendré
sorpresivamente sin esperar más. Aquellos que están listos
recibirán lo que Yo mandaré, cualquiera que no haya redimido el
tiempo y tomado la oportunidad para escuchar alistarse, habrá ya
establecido su lugar y será hallado falto".
EL FRUTO DE LAS PLANTAS
Enojada conmigo misma por haber llegado tarde a mi tiempo de
oración a solas, arremetí con fuerza contra la oposición y
pude así llegar hacia Él. Suave, tierna y apaciblemente me dio
la bienvenida y me di cuenta que se preparaba para decirme algo
de significado especial.
Ordenándome no temer, me llevó a Su Nube y me mostró un vasto
campo de hermosas plantas. Reconocí que eran las mismas que
había visto antes, cuando había caído sobre ellas la última
lluvia prometida. Sin embargo, esta vez parecían algo
diferentes. Claras, y semitransparentes , parecían mas bien un
gran arbusto resplandeciente con cierta luz interior.
Cerca de una sección del campo o más bien, bordeándolo, fluía
el Río de Dios cuyas maravillosas aguas estaban llenas de luz,
vida y bendición. A lo largo de sus orillas crecía una sección
de plantas maravillosas. Luego, a cierta distancia - pero bien
separadas de éstas - había otro grupo de plantas creciendo a
solas. A mis ojos todas tenían el mismo aspecto.
Al seguir observando, vi que comenzaba a dar fruto. Las que
estaban junto al río, dieron hermoso fruto, que brillaba como
joyas de apariencia gloriosa. De alguna manera inexplicable, las
plantas fueron transformadas y hermoseadas. Al ir dando más y
más fruto, ellas mismas se iban hermoseando. La misma gloria y
belleza del fruto se manifestaba dentro y sobre la planta que lo
había dado.
Luego vi que las plantas que me fueron mostradas en la otra
sección, lejos del río, estaban también produciendo fruto,
pero éste era feo, marchito, y de apariencia vergonzosa. Seguí
observando asombrada, porque aunque estas plantas parecían ser
las mismas que las que estaban junto al río, estaban trayendo
fruto que era completamente opuesto y horriblemente diferente.
Esto no era todo. Así como las buenas plantas eran transformadas
por el fruto que daban, las malas, también fueron transformadas
por el mal fruto que daban. De acuerdo al fruto que daban iban
transformándose. Para mi asombro noté que esas plantas que al
principio eran tan similares a las buenas junto al río, iban
transformándose hasta ser horribles, marchitas, vergonzosas,
terriblemente repugnantes y completamente cargadas de su
horripilante fruto.
Después de esto, Él comenzó a explicarme la visión:
"Este dar fruto, el ser revelado y visto, es inevitable.
Estos no pueden escapar la revelación o manifestación de ellos
mismos. Muchos desearán ardientemente escapar de esta inevitable
revelación de las cosas escondidas profundamente, pero no
podrán hacerlo. Las plantas que trajeron fruto agradable,
vivían junto al río, sus raíces estaban constantemente
alimentadas por sus aguas. Las raíces de estas plantas que las
hacía tan feas, no alcanzaban el agua del río para alimentarse,
ni siquiera vivían cerca. Estaban realmente secas, tan secas que
yo me maravillaba que pudieran dar fruto todavía.
Al hablarme nuevamente, me explicó que el fruto que daban
brotaba producido por su mismo ser interior, revelando lo que
ellas eran verdaderamente. Él las llamó: "Plantas viles y
malas que dan fruto malo y vil ."
Al principio, no parecía haber diferencia en absoluto entre
buenas y malas. Hasta que dieron fruto, su propia naturaleza, no
se manifestó ni reveló.
A las plantas que estaban junto al río, Él las llamó:
"Buenas plantas que traen de sí mismas, buen fruto",
por lo cual yo comprendí que no era otra cosa que la revelación
de sí mismas.
LOS CIEGOS
Después de un corto tiempo de oración, Él me permitió entrar
a Su presencia con muy poca oposición. Me dio la bienvenida con
gozo y cariño. Yo no sé por qué Él parece siempre tan gozoso
y amante cuando me lleva a Sí mismo. Me consuela con Su amor,
aquietando todos mis temores y llenándome con un profundo sentir
de seguridad. ¡Cómo desearía traer de vuelta a este mundo la
gran plenitud de amor, paz y gozo que llena mi corazón allá
arriba!
Entonces me llevó a Sí mismo en la Nube, que por varios días
había estado comparativamente apacible. Aún cuando está en
estado de calma, está siempre llena de tremendos fuegos
interiores y movimientos de intensa actividad, como si estuviera
en constante violencia de obras interiores, y misterios mas allá
de la comprensión humana. En ocasiones cuando Él me está
mostrando alguna gran obra que está haciendo, sea en gozo o en
ira, Su Nube cambia de aspecto y aparece muy diferente. Con todo,
en esencia, Él es siempre igual.
Cuando Él me mandó mirar, vi las almas de Su pueblo en la
tierra, pero no tenían la apariencia de seres humanos, tal como
nosotros los vemos. No puedo describir su aspecto, porque era
como una forma; sin embargo, no lo era en absoluto. Estas almas
estaban en una condición tan lastimosa, que me llenaba de
asombro porque las veía totalmente ciegas, desnudas y sin luz.
A pesar de su lamentable condición, la cosa más triste de
todas, era su gran despliegue de altivez y orgullo. Yo me
preguntaba cómo, criaturas tan desnudas y ciegas, podían ser
tan altivas. Lo que empeoraba la situación, era que ellas no
estaban siquiera conscientes de su condición y vergüenza. Por
el contrario, parecían perfectamente satisfechas y contentas en
su terrible estado.
Las observé con gran tristeza, porque aunque sabía que
pertenecían a Él, su miseria era terrible. Su palabra vino a
mí diciendo: "Es tiempo de que Yo sople sobre ellas para
abrir sus ojos y para que sean capacitadas para ver su estado
verdadero."
Mientras Él esperaba sin hacer ni decir nada, todos aquellos
seres ciegos y desnudos seguían caminando sus propios caminos
como si estuvieran en la mayor abundancia de salud y en la mejor
condición. Entonces, después de un tiempo, Él sopló sobre
ellos con una luz que procedía de Sí mismo, en la forma de una
nubosidad que los cubrió totalmente. Inmediatamente, los ojos de
ellos fueron abiertos y al momento se dieron cuenta de su
horrible condición y se avergonzaron profundamente.
Aunque habían estado esparcidos sobre una gran área - como si
fuera sobre la faz de toda la tierra - y no estaban cerca el uno
del otro, ahora comenzaron a juntarse y buscaron ser cubiertos
por Él. Cuando Su luz entró en ellos, comenzaron a buscar un
lugar de refugio bajo Sus alas haciendo de Él mismo su refugio o
cobertura. Cuando se le acercaron, Él los recibía con gran
gozo, cubriéndolos en Su Nube.
Habiendo descendido de su estado de altivez y orgullo, y la
vergüenza de su bajeza, fueron escondidos en Él.
EL CIRCULO DE FUEGO
Estuve nerviosa todo el día y me fue muy difícil aquietarme lo
suficiente para entrar en oración. Finalmente, al continuar
buscándole, probando las formas que Él me ha enseñado para
entrar a Su presencia, me fue dado venir a Él. ¡Oh, qué
preciosa es la calma que Él da allá arriba! Después de
llenarme con su tibio amor y aquietar mi ser interior
completamente, me llevó hacia Sí mismo en la Nube de fuego y
gloria que se veía en un estado de mayor actividad interior con
fuegos que ardían ferozmente, y llena de los resplandores de Su
gloria.
Cuando me ordenó mirar, le vi abajo, sobre la tierra, encerrado
dentro de un gran circulo de fuego devorador que le rodeaba como
una cortina espesa. Este fuego no era de juicio ni de ira - pero
tampoco era atractivo como algunos de Sus otros fuegos que he
visto anteriormente. Más bien era feroz, violento y repelente.
De alguna manera yo supe que los fuegos significaban pruebas y
aflicciones. Las llamas no menguaban; por el contrario,
continuaban intensificándose.
Rodeando este círculo, había muchos hombres malvados que
pertenecían a las huestes del enemigo. Estaban muy juntos
alrededor de la cortina de fuego, pero no la veían y ni siquiera
sabían que estaba allí. Por alguna razón parecían ignorar
completamente la existencia del círculo y de Aquel que estaba
dentro de él.
Luego, mas allá de esta rueda de malignos que rodeaba el
círculo de fuego, vi muy separados unos de otros, unos pocos de
los Suyos. Estaban luchando desesperadamente para penetrar a
través del círculo de hombres malignos y el otro círculo de
fuego, para entrar y alcanzar al Señor. Como los malos, ellos
también parecían no darse cuenta en absoluto de la presencia de
los círculos y de la Persona que estaba dentro de ellos.
Mientras estos pocos capacitados peleaban y batallaban para pasar
a través de los círculos que les impedían alcanzar al Señor,
los ojos de Él estaban sobre ellos.
Apuntando y vociferando y dando toda clase de explicaciones y
direcciones falsas, los malignos trataban casi con demandas, que
los Suyos que estaban fuera del círculo, fueran en otra
dirección. El propósito de ellos era despistar al pueblo de
Dios para que no encontraran el camino a través del círculo de
fuego para alcanzar al Señor. Con mucha fuerza, estos malignos
se oponían y engañaban, ridiculizando y burlándose con gran
escarnio de aquellos que trataban de avanzar a través de toda la
oposición hasta Él. Usaban toda clase de engaño, fuerza o
forma de ridiculizar, y con estas artimañas intentaban disuadir,
desviar e impedir que el pueblo de Dios penetrara hasta llegar a
Aquel que estaba dentro del círculo.
No sólo ellos tenían que pasar la gran oposición de los malos,
sino también la cortina invisible de fuego que era tan feroz que
parecía devorar, como una cierra eléctrica serrucha un tablón
en un aserradero. Siendo un tiempo de sufrimiento y dificultades
tan grandes, me preguntaba si alguno siquiera podría penetrar
hasta llegar a Él. Sin embargo, al continuar observando, vi que
uno tras otro, pudo entrar a través de toda la terrible
oposición y llegar a Él.
Él, que esperaba pacientemente dentro del círculo, sereno e
imperturbable, dijo que todos los Suyos lograrían penetrar a
través de la cortina de fuego, y aunque Él estaba completamente
seguro que ellos alcanzarían a llegar hasta Él, sin embargo,
parecía impaciente (si puedo usar un término tan aparentemente
ridículo cuando se habla de Dios) y apurado para que ellos
cruzaran toda oposición hasta poder alcanzarle. A pesar de toda
la oposición, Él sabía que cada uno tendría éxito en cruzar
las líneas del enemigo. Bien sabia Él que este penetrar les
sería muy costoso y no sería fácil en absoluto.
Aunque los Suyos no podían ver los círculos, ni aún darse
cuenta que estaban allí, Él dijo que aún así, ellos tendrían
que pasar a través de los dos. Dijo más, que éstos serían los
últimos de los Suyos que entrarían. Después de éstos, no
habría mas, porque éstos eran los últimos de todos (como si
fuesen los rezagados) . Él parecía casi impaciente y apurado
para que ellos pasasen por los dos círculos y llegaran a Él.
BRAZOS DE FUEGO
Después de un tiempo de oración, pude entrar a Su presencia
a pesar del cansancio y nerviosismo. Llevándome a Sí mismo, me
dio la bienvenida con Su amor y ternura de costumbre, aquietando
mi espíritu y preparándome para las esferas más altas.
Aparentemente esto es necesario, pues Él nunca deja de hacerlo.
Pareció llenar en profundidad todo mi ser con olas de amor
divino capacitándome así para ver las cosas que Él deseaba
mostrarme.
Me llevó a Sí mismo donde Él habita en Su gran Nube. Cuando
Él me está mostrando cosas sobre la tierra, Su apariencia en la
Nube es siempre la misma que cuando me muestra cosas en la esfera
celestial.
Obedeciendo Su orden de mirar, vi seres oscuros y viles que
estaban activamente ocupados en guerrear contra Él. ¡Oh, cómo
odiaban al Señor y cómo amaban el mal! La apariencia de estos
seres malvados era como de cosas putrefactas. Parecía que toda
su maldad y vileza había madurado completamente y producido
fruto, y ahora sólo quedaba el fruto. Tan excesivamente
descompuestos que no quedaba en ellos lugar sano. Tan avanzada
estaba su putrefacción, que parecían ser una mezcla de
hombres-demonios, pero ahora no tenían más ni siquiera la
apariencia de hombres o demonios, sino que se habían convertido
en el fruto mismo o la culminación de su propia maldad.
De repente, dos inmensos brazos de fuego terriblemente
consumidores salieron de Aquel que esta en la Nube y que ahora
estaba tremendamente activo en ira. Su Nube entera estaba
convulsionada y se movía con una terrible violencia interior.
Con un gran rugido, esos brazos barrieron velozmente sobre la
tierra con un deseo devorador de destruir a Sus enemigos. Este
fuego viviente buscaba su presa en venganza feroz. Los dos
enormes brazos eran de apariencia terriblemente consumidora, como
metal derretido, completamente lleno de intensos ardores
interiores. Barrieron con gran velocidad como dos grandes escobas
sobre la faz de la tierra, arrasando en un solo instante todos
esos seres malignos, sacándolos de mi vista y llevándolos a
completa destrucción.*
Esparcidos aquí y allá, en los lugares donde los brazos habían
barrido, aparecieron unas pocas luces celestiales de un brillo
maravilloso. Eran muy resplandecientes, pero no vi que fueran
muchas.
* La palabra destruir aquí, no significa matar, sino más
bien, deshacer algo que está hecho, no necesariamente quiere
decir destrucción eterna.
-CONTINUARA...
-Anny Schisler, con su esposo Ken, son pastores en Uruguay. Su usted desea ponerse en contacto con ellos, puede escribirles al Email: ksisler@adinet.com.uy