TAN SOLO UNA SEMILLA
Por John C. Miller

 

Cuando Dios decide hacer algo muy grande en la tierra comienza con algo muy pequeño.
Este es un principio de Dios, una ley de los cielos.
Cuando trajo salvación a este mundo - a las multitudes que ya han nacido y que han de nacer antes del fin - Él partió de algo muy pequeño: una simiente, mitad humana y mitad divina.
Dios plantó en el vientre de María, por medio de su Espíritu Santo, la simiente de la salvación del Hombre. Quién hubiera pensado que esa simiente se convertiría en algo tan grande, poderoso e impactante.
Si nos descuidamos, podemos pasar por alto las cosas grandes de Dios, pues, hoy quizás a nuestros ojos es algo pequeño.
Si usted hubiera sido uno de los tantos viajeros pernoctando en algún albergue de Belén en aquella noche tan especial, y un golpe sonaba en su puerta y una voz le decía: "¡Soy José!, ¿hay lugar para mí y mi esposa aquí?", posiblemente también usted hubiera pasado por alto el comienzo de la historia más grande, jamás contada.
Acaso que hubiera pensado al contemplar la escena del pesebre con ese indefenso bebé, en un lugar sucio y pobre, inmerso en el silencio de la noche, cuyos padres habían atado al lado de esa cueva un humilde asno. ¿Qué porvenir le aguardaba a ese niño?
Sin embargo, lejos de ser el hijo de viajeros indigentes, se convirtió en la criatura más grande y poderosa del universo, proclamado en la tierra como Rey de Reyes y Señor de Señores. Pero en aquél entonces, ni siquiera se hubiera percatado de ello.
Tal vez hoy, tampoco pueda ver lo que Dios es capaz de hacer a partir de una pequeña semilla.
Lo invito a leer lo que dice el libro de San Marcos, en el capítulo 4, versículos 28-29: "... Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado."
Todo comienza con una semilla, pequeña pero poderosa. El árbol de roble crece y se desarrolla imponente; lo mismo el vigoroso y grande león.
Todo aquél que conoce a Dios, sabe que lo que Él dice jamás ha de pasar; que cielo y tierra podrán pasar, pero no así su Palabra. Mucho antes de existir, la semilla se origina como un "pensamiento" en el corazón de Dios. Un hombre de fe sabe que si Dios promete que va a hacer algo, realmente lo hará, y se regocija porque su Palabra ya es un pensamiento fundador que será manifiesto en una tremenda obra. Su pensamiento, al fructificar, dará a luz su Palabra y esa Palabra no pasará.
Por favor, no desprecie el día de los comienzos pequeños, ni pase por alto las semillas a su alrededor; Dios edifica así todas sus obras.
Los profetas dijeron que un día nacería de una virgen un Salvador para la humanidad; el salmista lo escribió. Ellos se alegraron porque nada impediría la salvación del Hombre.
¡Feliz es el hombre que oye a Dios y oyendo se regocija su corazón!
He oído la Palabra de Dios, por ello puedo decirle hoy que lo que Él promete hacer en esta tierra lo cumple. Hay aquellos que necesitan ser afirmados y reanimados porque olvidan que su Palabra es poderosa en gran manera. Olvidan que lo que Dios dice, siempre se ha de cumplir.
¡Feliz el hombre aquél, que viendo la semilla plantada, prepara su hoz!
No, no desprecie las semillas cuando al mirar ve algo tan pequeño. Muchos cuando ven algo tan pequeño como una semilla se desaniman y la dejan de lado, pensando en que no tiene valor alguno, diciendo muchas veces ¿por qué he de dar mi trabajo por algo tan pequeño? ¿Por qué he de dar mi vida por una semilla?
El poder encerrado en una semilla es grande. He visto semillas partir rocas inmensas; árboles en crecimiento abriéndose camino a través de la impenetrable piedra, partiéndola en dos.

¡Plántela!

Plante siempre la semilla, aunque no pueda verla crecer. ¡Haga algo con ella! En la parábola que leemos en Mateo y la parábola de los talentos en el cap. 25 versículos 14- 15; 20, 21-29, Jesús nos deja un mensaje aleccionador : "Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes; a uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos."
A su regreso preguntó a los sirvientes lo que habían hecho con los talentos, recogiendo las siguientes explicaciones: "Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por lo tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado."
¡Qué maravillosa parábola! Uno de los siervos trajo 5 talentos más sobre los 5 que le diera su señor. Y el señor le dijo: "sobre poco has sido fiel, entra en el gozo de tu señor, te pondré sobre 10 ciudades porque diez talentos me has traído".
No dice que le va a dar un poquitito más, sino el doble. Cuán importante es hacer algo con lo poquito que Dios nos da.
Tarde o temprano deberá rendir cuentas. Él le preguntará: "¿Qué has hecho con lo que te di?"
Si Dios nos da una visión, hay que hacer algo con esa visión. Si Dios pone un deseo en el corazón, hay que hacer algo con ese deseo del corazón.
Dios nos da primero algo pequeño, para comprobar si somos o no dignos de clavar la hoz en la cosecha. Y nos dirá: "si sobre poquito has sido fiel, sobre mucho te pondré."
Así es como Dios elige a sus trabajadores. Así es como elige a aquellos que pondrá en las ciudades y en las naciones. Así es como Dios elige a los que va a bendecir y engrandecer. Dios vigila lo que hacemos con la semilla. Así es la economía de Dios. No por ser fiel sobre 2 le dará 4. Él duplica geométricamente.
Dios está buscando a aquellos que primeramente se den cuenta de lo que Él les ha dado. Que no miran si es grande o pequeño, pero que miran esa semilla y dicen: Dios me dio esta semilla y la voy a plantar. Voy a poner todo mi empeño, toda mi fuerza. Voy a regarla y a cuidarla.
La Palabra dada nos habla asimismo sobre el siervo temeroso (Mateo 25:8) Tuvo miedo y escondió el talento en la tierra. Y su señor le preguntó: "¿Hiciste algo con lo que te di?" Y el siervo contestó: "No, no hice nada". Entonces su señor mandó que le quitaran el único talento porque no era digno de conservarlo. Porque no se esmeró ni empeñó.
En el Salmo 126: 5-6 leemos: "Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas." - Irá andando y llorando, o sea que no le será fácil.-
Quiero compartirle un testimonio personal, la fundación de la primera Escuela Evangélica en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, tampoco fue fácil. Cuando abrimos esta escuela hallamos todo tipo de obstáculos. Yo tuve que ir delante de Dios durante los siete primeros años y entregarle mi carga. Las maestras me decían: "Juan, el gobierno dice que no nos va a permitir continuar con la escuela este año". Para entonces como no contábamos con el edificio que el gobierno requería, preparábamos a nuestros niños durante el año y para la conclusión del mismo debían rendir exámenes mucho más difíciles que los que un alumno regular tenía en una escuela acreditada. La labor era ardua, las maestras finalizaban cansadas con deseos de dejar la lucha. Todos trabajabamos gratuitamente.. Sin embargo semanas antes de comenzar el año lectivo todo se resolvía. Sí, tuve que pedir a Dios que interviniera muchas veces. Hoy esa escuela es un testimonio en la ciudad, una tremenda respuesta para los niños de nuestro orfanato y un cobijo de protección para los hijos de muchos cristianos e incrédulos que allí asisten, porque hay una atmósfera de amor, respeto y principios cristianos que el mundo no ofrece.
Nada que valga la pena resulta fácil. Va a haber llanto, va a haber lágrimas. Le aseguro que si todo fuera tan fácil, todos los humanos haríamos grandes cosas.

Paciencia

Leemos en Santiago 5:7-9. "Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida de Señor está cerca."
Una vez que ha plantado la semilla, tiene que ser muy paciente. No hay que sentirse frustrado aunque los esfuerzos parezcan improductivos. Aunque en el intento no vea nada más que fracasos; permanezca firme.
Cuando uno decide que va a hacer algo, no debe enterrar el talento sino que debe continuar en la lucha "muy pacientemente" por más oposición que tenga. ¡Así verá la cosecha! Y para que pueda hacer según la Palabra que Dios da en Colosenses 1:10 "para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios."
Solamente podrán cosechar a través del ejercicio de la paciencia.

Plantando en las Naciones

Si usted es español, plante la semilla en España. Si es argentino, échela en su suelo. Usted, visitante de Ginebra, ¡planten la semilla en su amada Suiza!
Desarrolle lo que Él le ha dado. Porque a veces la única palabra con la que contamos se traduce en los talentos que nos da. A veces en forma de sueños y deseos que guardamos desde aquella lejana niñez.
¡Plante su semilla! ¡hágalo En la tierra donde usted esté.
En el idioma chino existe una palabra cuya etimología es "peligro", pero la misma palabra también puede leerse como "oportunidad". Me interesa todo aquello que me plantee una dificultad porque lo vivo como una oportunidad más ~ para mí todo imposible, es un desafío. Cuando me dicen que no puedo hacer algo, es entonces cuando lo llevo a cabo.
A mi padre le dijeron que Argentina era una tierra difícil, dura, donde no crecería la visión del Evangelio. Y 47 años después de haber iniciado la obra, no le alcanzan los brazos para "traer las gavillas." ¿Por qué? Porque se trata de un hombre con visión que vio la oportunidad y supo que volvería con regocijo.
Cuando Moisés envió espías a la tierra prometida, volvieron diciendo: ¡Oh! ¡Esa tierra nos tragará, es tierra difícil y dura, hay gigantes en esa tierra! Pero Josué y Caleb en cambio, regresaron de esa misma tierra exclamando: ¡Oh, de esa tierra fluyen leche y miel! Contemplando una misma tierra unos mensajeros vieron peligro y otros, una oportunidad.
¿Acaso, ve dureza en la tierra donde está, la nación donde habita? No olvide que hay muchas naciones donde nunca se ha cultivado aún, y otras donde la tierra ha sido desechada durante muchos años; por lo tanto ha estado mucho tiempo estériles..
Usted dice que no se puede obtener logros en ella.
Yo veo en cambio una oportunidad
Ojalá pueda usted tener esta visión y recibir este mensaje de edificación.
Ojalá pueda tener la paciencia necesaria para aguardar la siega y cosechar los frutos.

 

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