LA
CULTURA DEL PLACER
Por John C. Miller
Mientras caminaba detuve mi vista en un libro que se hallaba
dentro de un auto estacionado. El título del mismo señalaba,
por cierto, una característica de nuestra actualidad, lo que me
dejó pensando, dando origen a lo que deseo compartir con
ustedes.
La civilización occidental está cada vez más orientada hacia
alcanzar el placer; disfrutar la vida y sus deleites. Desde un
caramelo, diciendo de éste que producirá un placer en la
garganta; o hará dar vuelta su corbata; o lo hará sentir como
Tarzán; tiene como fin inducir al hombre a disfrutar el placer
de ese caramelo, o el placer de ese cigarrillo, o el placer más
destructivo aún: la droga.
Todas las propagandas que vemos y oímos en los medios de
comunicación, usan como argumento que tenemos que gozar y dar
rienda suelta a nuestros placeres. La utopía del placer. Y con
ella tratan de vendernos desde un simple caramelo hasta un auto,
con la promesa que si compramos su producto tendremos mejores
amigos, o mejor descanso, o más gozo, o mayor éxito sexual. El
famoso slogan: "la vida es mejor con esto " o
"disfrute una bebida fresca" o "el nuevo
sabor", en fin, nos está diciendo: ¡dese el gusto!
En la electrónica ya se ha comenzado la carrera para hallar el
mejor dispositivo que produzca lo que se llama "realidad
virtual". Utilizando un visor, auriculares y guantes que
puedan permitir al hombre sumergirse en una realidad ficticia.
Será como introducirse al televisor y estar con los actores,
participar de sus conversaciones y movimientos; en conclusión,
ser parte de la escena sumergiéndose en un mundo irreal. Estos
serán los video-juegos del futuro; tratarán de llevar al mundo
a escaparse de la realidad sumergiéndose en la
auto-complacencia.
Y todo esto para evadirse de un mundo de verdades. Un mundo de
dolor. Un mundo donde hay que trabajar; donde el dinero no
alcanza para obtener todos los placeres que uno quisiera. Un
mundo de frustraciones. Sueños no obtenidos. Un mundo de
cansancio, de pena, de insatisfacción. Arrojando a muchos a la
enfermedad de los años noventa. ¿Cuál es esta enfermedad? La
depresión. Que es la frustración de no poder alcanzar la
gratificación instantánea de lo que el hombre cree que merece.
Un artículo en la revista "Times" decía que la
juventud está desarrollándose con la idea de que el mundo le
debe placer, y al no poder alcanzarlo se va convertir en un
ejército totalmente preparado para ser sometido por un líder
mundial. La utopía de este sistema occidental materialista
genera en los jóvenes de hoy el pensamiento de que "si lo
quiero, lo puedo tener".
Hoy la gratificación es instantánea. Con las tarjeta de
crédito se va y se compra. Claro, después la persona está
inmersa en un mundo de deudas y frustraciones. La escalada
búsqueda del placer sólo tiene un fin.
Un grupo de hombres que habían estado en un buque que finalmente
se hundió, escaparon milagrosamente en una pequeña barcaza
salvavidas. Flotando allí en el mar, después de varios días de
ardiente sol, comenzó a escasear el agua y la comida. Una noche
uno de ellos, que bien había escuchado todas las instrucciones
en cuanto a no tomar agua salada aunque muriese de sed, esperó
que todos estuvieran durmiendo y tomó de ella; pronto murió, El
agua del océano contiene siete veces más sal de lo que el
cuerpo puede procesar. Al tomarlo la persona comienza a
deshidratarse porque los riñones se saturan con sal, por lo
tanto, éstos requieren agua fresca para lavarse. Irónicamente,
la persona tomando agua salada muere de sed.
De la misma manera, la codiciosa búsqueda del placer tiene una
sed insaciable que no tiene término, llegando a límites
insospechados, y cuyo fin es la muerte. La búsqueda de la
auto-gratificación es muerte.
¿Qué tiene que ver esto con la iglesia? Tal vez usted esté
diciendo: "Muy bien, pero eso es concerniente al mundo. Yo
no soy del mundo".
Si bien la iglesia no busca los placeres, veo sin embargo que esa
misma mentalidad invade el ámbito cristiano. Se toman las
reuniones y cosas de Dios como un medio para alcanzar el bien o
el placer personal. Se toma a Dios, su Hijo y al Espíritu Santo
como un medio de gratificación. Si se está deprimido, se
necesita urgentemente ser reanimado. Se quiere el placer de vivir
una vida sin depresión. Se va a la iglesia porque se necesita
paz, porque en ella se siente bien. Es casi como tomar un
"Lembrol espiritual".
Muchas veces los creyentes se asemejan a aquellos hombres que
rondan el mundo buscando los juegos más intrépidos. El placer
que da esa montaña rusa tan excitante, que luego de andar en
ella unas cuantas veces ya deja de serlo; entonces es necesario
otro juego más vertiginoso.
El Evangelio no es gratificación. Es poder de Dios para
salvación del alma; para librarnos del poder del pecado y de la
muerte; para que crezcamos a la altura de Cristo Jesús. Para que
cuando muramos nazcamos al verdadero mundo de gloria y luz donde
reinaremos con Cristo.
Cuando Jesús comenzó a decir a sus discípulos que le era
necesario ir a Jerusalén y padecer en manos de los principales
sacerdotes y de los escribas. Pedro tomándolo aparte comenzó a
reconvenirle diciendo: "Señor ten compasión de ti".
En otras palabras le estaba diciendo: "Señor complácete a
ti mismo, no te tortures". Pero Jesús dijo a Pedro:
"Quítate de delante de mi Satanás". O sea que ese
pensamiento de gratificación venía del mismo infierno. Es este
mismo espíritu que está operando en nuestra sociedad e
infiltrándose en la iglesia.
El evangelio de Dios es estar bien porque Cristo está conmigo,
aunque signifique estar en una cárcel muriendo de hambre. Es
estar bien en el alma, no en mi cuerpo. Es estar bien en mi
espíritu. Por ello Pablo dijo: "Me gozo en las
tribulaciones" (2 Corintios 12:10). Me complazco en las
debilidades, en las afrentas, en las necesidades, en las
persecuciones, en las angustias por causa de Cristo.
Pero Jesús le dijo algo más a Pedro: "Me eres tropiezo,
porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres" (Mateo 16: 23). Es este mismo pensamiento que
invade la iglesia cristiana moderna. Ella no pone su mira en
Dios, en sus propósitos y su voluntad, más sí en los hombres.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguno quiere
venir en pos de mí niéguese a sí mismo". Esto es lo
opuesto de "la cultura del placer". Jesús prometió
que en el mundo tendríamos aflicción. Es una promesa del Señor
Jesús. ¿A quién le gusta la aflicción? ¡A mí, no! A nadie
le gusta. Pero Jesús prometió que la tendríamos. Porque si
busco aquí mi recompensa, en los cielos no la tendré. Y muchos
creyentes en el mundo están vendiendo su herencia por un placer
terrenal. Jesús dijo: "Quieres ser mi discípulo niégate a
ti mismo, toma tu cruz". Una cruz es algo pesado. Jesús
llevó su cruz, cumpliendo así la voluntad del Padre.
Nos dice Romanos 8:17: "Si somos hijos también somos
herederos, herederos con Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con Él para que juntamente con Él seamos
glorificados". Al citar ese versículo no estoy tratando de
decirte que pidas a Dios que te mande tribulaciones. No, no
tienes que orar tal oración, las tendrás de todos los tamaños
y medidas. Creo que los que seguimos a Dios tenemos más demonios
tras nosotros que los que no lo tienen. ¿Por qué? Porque la
mosca siempre sigue la miel, y los bichos en la noche siempre van
donde hay luz.
Jesús buscó complacer a su Padre, no a su carne; allí radica
la diferencia. Por lo tanto tuvo su recompensa, fue hecho
"Señor de Señores" y "Rey de Reyes". Le
fueron dados todos los reinos de este mundo porque se negó a sí
mismo. ¿Usted quiere reinar con Él? Tendrá que desechar la
mentalidad de este mundo.
El seguir a Cristo no es fácil, porque comprende el negarse a
sí mismo; obedecer a Cristo; sufrir con Él; pero también
reinar con Él. "Los que son de Cristo han crucificado la
carne con sus pasiones y sus deseos, pero lejos este de mí
gloriarme pero si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
medio de quien el mundo ha sido crucificado a mí y yo al
mundo".
La búsqueda del placer no es nada nuevo. Salomón, el predicado,
buscó el camino del placer para ver dónde lo llevaba. "Yo
dije en mi corazón: "¡Ven, pues; te probaré con el
placer, y verás lo bueno!" Pero he aquí que esto también
era vanidad (Ecles.2).
"A la risa dije: "¡Eres locura!"; y al placer:
¿De qué sirve esto? Propuse en mi corazón agasajar mi cuerpo
con vino y echar mano de la necedad - mientras mi corazón
siguiera conduciéndose en sabiduría -, hasta ver en qué
consiste el bien para los hijos del hombre, en el cual se han de
ocupar debajo del sol, durante los contados días de su vida.
"Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, planté viñas.
Me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de
árboles frutales.
"Me hice estanques de aguas para regar con ellas un bosque
donde crecieran los árboles.
"Adquirí siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa.
También tuve mucho ganado, vacas y ovejas, más que todos los
que fueron antes de mí en Jerusalén.
"Acumulé también plata y oro para mí, y tesoros preciados
de reyes y de provincias. Me proveí de cantores y cantoras, de
los deleites de los hijos de los hombres, y de cada clase de
instrumentos de música.
"Me engrandecí y acumulé más que todos los que fueron
antes de mí en Jerusalén, y en todo esto mi sabiduría
permaneció conmigo.
"No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni rehusé
a mi corazón placer alguno; porque mi corazón se alegraba de
todo mi duro trabajo. Esta fue mi parte de todo mi duro trabajo.
"Luego yo consideré todas las cosas que mis manos habían
hecho y el duro trabajo con que me había afanado en hacerlas, y
he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu. No
había provecho alguno debajo del sol".
Salomón probó. Probó la alegría y el vino; la riqueza y los
placeres; la suntuosidad y el lujo. Se rió con todos los
cómicos de la época, para ver si a través del gozo y alegría
podía alcanzar algún fin bueno. Lo probó los bienes. Compró
todos los electrodomésticos, las mejores pantallas satelitales
para ver, con el solo movimiento de un botón, de China hasta
Chile. Y terminó diciendo que la risa enloquece y el placer nada
sirve. Agasajó su carne con vino para ver si en el alcohol
estaba la respuesta, pero no la halló allí tampoco.
Tal vez en el placer de la arquitectura estaba lo que buscaba.
Entonces diseñó una casa con un yacusi, una pileta de
natación, mármol y oro por todos lados. Tuve la oportunidad de
ver en Jerusalén la maqueta de su palacio, ciertamente no
escatimó nada para satisfacer sus placeres. No faltaron los
animales exóticos de todo tipo. Tuvo leones encadenados en los
costados de las rampas que llevaban a su trono de oro, los vi a
éstos reproducidos en esa maqueta.
La agricultura no fue dejada de lado. Plantar una semilla, verla
crecer, cuidarla, tomar de la vid y decir este fruto yo lo
obtuve; voy a gozar de las uvas de la vid que planté. Más ni
esto, ni el huerto, ni los hermosos jardines con las plantas más
exóticas que hizo traer de los lugares más distantes del mundo
entonces conocido, le trajeron placer.
Ser un ganadero, esto también no fue desconocido. Como un rico
terrateniente, por donde mirara, las vacas eran de él. Fue
engrandecido y aumentado mas qué todos los que fueron antes de
él en Jerusalén; y además conservó la sabiduría. ¿Podía
por fin decir entonces éste "llegué". Obtuve placer
más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén".
Preste atención ahora a sus palabras: "Miré yo luego a
todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que
tomé para hacerlas; y he aquí todo era vanidad y aflicción de
espíritu y sin provecho debajo del sol". (Ecl 2:24)
"No hay, pues, mejor cosa para el hombre que comer y beber,
y hacer que su alma vea lo bueno de su trabajo. Yo he visto que
esto también proviene de la mano de Dios. Pues, ¿quién comerá
y se regocijará separado de él? Porque al hombre que le agrada,
Dios le da sabiduría, conocimiento y alegría".
Salomón lo probó todo. ¿Cuál es entonces la respuesta? Jesús
la dio: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia
y todas las demás cosas, os serán añadidas", y "no
temáis manada pequeña porque a vuestro padre a placido daros el
reino".
1Timoteo 6:7 nos dice: "Porque nada hemos traído a este
mundo, y sin duda nada podremos sacar". De aquí partiremos
a otro mundo. Si pues este mundo es tan sólo un vientre por qué
enamorarse del cordón umbilical, pues no lo vamos a llevar con
nosotros. Todo lo confortable que pueda ser la placenta, un día
se separará de nosotros. Nada trajimos a este vientre que es la
vida, y nada llevaremos. Partiremos tan desnudo como vinimos.
Teniendo comida y vestido, estemos contentos con esto.
Dijo Jesús: "Donde esté tu tesoro estará también tu
corazón". Yo quiero que mi tesoro sea Cristo quiero que
allí esté mi corazón. Quiero que cuando nos congreguemos, la
reunión sea el lugar donde podamos venir y adorarle y tener
comunión con Él. Un lugar donde le damos gracias por lo mucho
que nos ha dado y por lo bien que nos ha cuidado. Desechando un
corazón quejoso, cargado con las largas lista de lo que resta
hacer aún. Porque recuerde que la búsqueda del placer lleva a
la muerte; al empobrecimiento, físico, mental y espiritual
también.