MENSAJE DE ESPERANZA
Por Edward Miller

La Navidad es uno de los días más importantes en la historia de la humanidad; el del nacimiento de Jesús, nuestro Salvador; el otro fue el de su muerte.
Los ángeles vinieron para anunciar su nacimiento; también vinieron para ver cuando en este mundo el sol se apagaba, pues, El partía.
Lo que sucedió aquel día, cumplió las profecías dadas por Dios desde el comienzo de los tiempos. Dios mismo se hizo hombre para cumplir sus promesas y traer esperanza a nuestro mundo.
Pablo menciona en las Escrituras tres palabras muy importantes: "fe, esperanza y amor." Son tres palabras inseparables. La que quiero destacar aquí es: "esperanza."
Dante Alighieri, un grande de la literatura italiana, escribió acerca de unas visiones que tuvo del infierno. Menciona en el primer volumen de sus tres libros, que había un letrero en la entrada del infierno que decía: "cuando cruces esta puerta, habrás dejado la esperanza para siempre."
Ciertamente, la esperanza no existió hasta que Jesús vino. Por eso la Navidad es tan transcendente. Nació la esperanza en nuestro planeta.
Los mejores regalos siempre vienen en pequeños paquetes. Y en verdad este tremendo regalo de Dios vino como un bebé.
Sin "esperanza" no hubiera existido jamás la iglesia.
¡Muchas gracias Señor! Cuánto más vivo, más aprecio el don de la esperanza.
Los tres Reyes Magos, siguiendo la Estrella de David que habían visto en el oriente, y que iba delante de ellos, se dieron cuenta de que se detenía precisamente donde estaba el niño. Y al entrar en el pesebre, postrándose le adoraron y abriendo sus tesoros le ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra.
El profeta Daniel se refiere a los Reyes Magos en el Antiguo Testamento como a los hombres sabios, que eran astrónomos y matemáticos. Ellos pasaban horas y horas contemplando los cielos.
En nuestros días, hay universidades, libros y toda clase de lugares donde recibir noticias y conocimientos sobre el firmamento, mas ellos desecharon todas estas cosas y se dedicaron a observar los cielos, noche tras noche.
De pronto, un pequeñísimo punto brillante apareció, y lo siguieron. La estrella se posó sobre el lugar donde Jesús había nacido.
No creo que fuera un cometa o simplemente una estrella. Aunque la Biblia la menciona, pero yo creo que se trató de algo mayor, que se trató de la luz que el Espíritu de Dios estaba enviando este mundo.
¡EL REY VENIA¡ ¡UN SALVADOR! ¡LA LUZ SE ACERCABA CADA VEZ MAS! Entonces, los hombres sabios dijeron: "¡ADELANTE, VAMOS, DEBEMOS SEGUIR SU LUZ!"
Las estrellas están muy lejos de nosotros - ¿cómo es posible entonces seguirla?... Sin embargo Pablo, que en mi opinión fue un apóstol muy inteligente, usaba una palabra: "misterio." Me gusta esta palabra y yo la uso mucho también. Evidentemente, muchos son los misterios de Dios, y pronunciándola, uno no tiene que explicar nada más.
Una estrella finalmente empezó ha hablar con los tres Reyes Magos y ellos la veían, la oían, la seguían. ¡SI, EL REY DE LOS ESPIRITUS, VIENE! Y fue verdad, la promesa fue cumplida en un establo. Cuando llegaron a Jerusalén, después de un largo camino, la estrella comenzó a moverse, a través de las calles, a través de las colinas, hasta detenerse junto a aquel pesebre, en la ciudad de Belén.
La Luz de Dios había llegado al mundo para llevarnos individualmente de la oscuridad a la luz. La luz del Espíritu Santo te guía día a día, hasta ese lugar donde tendrá su encuentro con tu alma. Ese lugar, puede estar representado por una humilde casa, por una iglesia, por un establo. Allí finalmente tendrás una cita con el Dios y Creador recién nacido.
Por eso para mí, la Navidad es uno de los días más preciosos en mi vida. No tiene nada que ver con los regalos que recibo, porque todas esas cosas son perecederas. El REY VINO, para darme eternidad, para dártela también a ti que lees esta página, para darle redención de pecados a toda la humanidad que quiera y desee recibir el mensaje de la Estrella de David y su luz perenne, en la celebración de Navidad.
Deja atrás, como los hombres sabios lo hicieran, la ciudad de Jerusalén, dirígete hacia Belén. Su luz te está esperando. ¡La noche ha terminado! El sol de Señor viene asomándose. Las tinieblas se han desvanecido.
¡Muchas gracias te damos, niño rey, Señor del universo, Padre de todas las luces!

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