GENERACIÓN
X
Por John C. Miller
Jóvenes cristianos vuestro paso por la vida tiene que dejar
una marca; una marca en todo su entorno. Ninguno menosprecie su
juventud. Ninguno preste su juventud al diablo. Rindan sus
cuerpo, almas y mentes a Cristo Jesús, y Él hará de ustedes un
ejército poderoso, que librará batallas, conquistará reinos,
tomará la tierra para el bien y para Cristo.
Un día Dios habló a Ezequiel. El profeta estaba viviendo en una
época difícil, quizá uno de los peores momento que enfrentó
el pueblo de Dios. Es entonces que Dios le muestra un valle lleno
de huesos secos, y secos en gran manera. En el libro de Ezequiel
capítulo 37 leemos acerca de esto.
Hoy, fines del siglo XX, estos huesos secos están representados
en la llamada "Generación X".
Toda generación ha sido identificada por sus ideales, pero esta
se caracteriza por la falta de ellos. Una generación que los
sociólogos la consideran perdida. Una generación que va en
busca de su propia destrucción. Una generación que abandona los
valores y va como en un desfiladero a su propia destrucción. Una
generación de jóvenes que no piensa en el futuro ni en el mundo
que tendrá. Una generación sin nombre, sin ideales, sin futuro.
Un gran valle de huesos secos.
Sin embargo, esta generación es nuestro futuro y el futuro del
mundo. Esta generación perdida. Esta generación que se da a las
drogas, que se da al libre albedrío en el sexo y la inmoralidad,
donde los valores no parece reinar. Y hasta amor para sus
progenitores parece no hallarse ya; lo observas en sus actitudes
para con estos; honra no la encontrarás.
Dios le habló al profeta y le hizo una pregunta: "Hijo de
hombre, ¿vivirán estos huesos?" O sea: "¿Esta
generación tiene salvación?" Ezequiel no vio cuerpos
enfermos. ¡Tan sólo huesos! Quizá existiría la esperanza de
que si fuera un cuerpo tullido, deforme o muerto el poder de
Dios, tal como lo hiciera con Lázaro, lo resucitaría. No, ni
siquiera eso. ¡Sólo huesos!
Tan perdida está esta generación que se identifica a los huesos
secos de esa visión.
Una generación que no ama la vida, más busca la muerte; la ama.
Lo puedes escuchar en su música, en sus canciones. Hablan de
ella, de las tinieblas, del ocultismo. Todo parece llevarla a ese
última inyección de emoción: la muerte misma.
Como ninguna otra generación se ha volcado a al suicidio, en
forma directa o indirecta, a través de entregarse a las drogas,
al sexo ilícito, a la "sodomía", que la lleva a
enfermedades mortales. Esta generación busca impactos
emocionales. Lo que no pueden encontrar en un medio u otro, lo
trata de alcanzar en la muerte misma, porque ya ha experimentado
el impacto de otros placeres. Ha sentido el levantar de la droga
y el caer de la misma.
Sí, es una generación que ama la muerte. Hablan de ella como si
fuera su amiga. La desean. La buscan. La enfrentan. La cortejan.
Generación X, sin nombre, sin ideales.
Generación que en muchos casos ha sido entregada por sus padres,
desde sus cunas a la perdición y la muerte.
Un valle lleno de huesos secos.
Un vasto osario.
El profeta vio muchos huesos. Y ante tal vista, Dios le hace una
pregunta insólita: "Hijo de hombre, ¿vivirán estos
huesos?
Su respuesta fue: "Señor Jehová, tú lo sabes".
Hoy parece resonar a través del tiempo la misma pregunta. ¿Es
posible enderezar esta generación? ¿Es posible tomar una vida
destruida en su mente, en su alma y espíritu y traerla a la
vida?
Cuando Dios pregunta esto a los hombres, a los ministros, algunos
responden de esta manera: "Sí Señor, creo que estos huesos
los puedo hacer vivir. Dame tiempo, voy a estudiar antropología;
voy a estudiar como se unen estos huesos unos a otros; me
capacitaré con las mejores técnicas. Haremos reuniones de
jóvenes, reuniones, en grande auditorios; los vamos a
conquistar. A ellos le gusta la música rock, entonces, le
pondremos música rock metal - por supuesto, para atraerlos.
Luego a esa música le pondremos palabras cristianas y de a
poquito les introduciremos la idea de Dios de manera
subliminal".
Otros responden con desesperanza: "Señor, de que vale, esta
generación está perdida. A esta generación no le interesa
Dios". El profeta contestó de la única manera que podemos
contestar: "Señor, sólo tú lo sabes".
A Dios le agrada esta contestación, porque Él sabe muy bien que
todos los métodos del hombre de nada sirve. Sólo Dios puede
obrar y cambiar el corazón del hombre. Capaz de tornar la mente,
el corazón y espíritu perdido.
Dios, entonces, le da instrucciones a su siervo: "Profetiza
a estos huesos y diles: "Huesos secos, oíd la palabra de
Jehová".
¿Si los huesos estaban secos, quién escucharía? La orden suena
casi irrisoria. Más Dios dijo que profetizara, que declarara la
palabra de Dios.
Hoy, jóvenes cristianos, Dios quiere que declaremos a esta
generación muerta lo que Dios dice, para que su palabras entre a
este mundo. Lo que ocurrirá luego los sorprenderá.
¡Oigan lo que Dios está diciendo!: "Yo hago entrar
espíritu en vosotros y viviréis".
Oh jóvenes, hijos de Dios, que son parte de este presente,
profetiza a esta generación. Dios dice que Él va a revertir el
proceso que comenzó en la década del sesenta, con los Beatles.
Él restituirá los valores perdidos, amores, temores. Volverá a
poner en ellos carne, piel, espíritu y más importante de todo
pondrá su Espíritu en ellos y vivirán. Dejarán de ser muertos
que caminan, guiados por los espíritus de los infiernos;
comenzarán a vivir.
El profeta cuando oyó lo que Dios dijo, creyó. ¿Puedes creer
lo que Dios dice a nuestra generación de jóvenes perdidos?
"¡Huesos secos vivirán! Yo pondré espíritu en vosotros,
y viviréis".
Cuando la palabra de Dios sale de ese mundo invisible y entra a
este mundo visible comienza a cumplir su cometido. Marcos 11:
22-23-24 nos explica también: "Respondiendo Jesús les
dijo: Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga
a este monte: Quítate y arrójate al mar, y que no dude en su
corazón, sino que crea que será hecho lo que dice, le será
hecho".
Mientras Ezequiel profetizaba hubo un ruido, un temblor, se
unieron huesos con sus huesos. Eso debió presentar un panorama
tremendo. ¡Qué espectáculo!
Sí, ver una vida completamente arruinada comenzar a sacudirse,
unirse pedazos desgarrados y rotos, ver la esperanza comenzar a
volver, el deseo de vivir retornar, ¡por cierto qué vista!
Aún así todavía no había espíritu en ellos. Entonces el
profeta esta vez, a la orden dada de Dios, profetizó a los
vientos, pues, hasta entonces eran tan sólo cadáveres.
Cadáveres que por más que vuelva a ellos el deseo de la vida,
por más que Dios quite de adentro el deseo de las drogas, por
más que Dios sane sus enfermedades y los siente allí en las
iglesias, siguen siendo nada mas que cadáveres. A menos que el
Espíritu de Dios entre y los haga seres espirituales vivientes.
Entonces Dios nuevamente le da la orden a su siervo de declarar
su palabra. "Profetiza al espíritu. Profetiza, oh hijo de
hombre, y di al espíritu que así ha dicho el Señor Jehová: Oh
espíritu, ven desde los cuatro vientos y sopla sobre estos
muertos, para que vivan. Profeticé como me había mandado, y el
espíritu entró en ellos, y cobraron vida. Y se pusieron de pie:
¡un ejército grande en extremo!"
Ven Espíritu de Dios, porque cuando tú vienes algo sucede en la
tierra.
¡Espíritu de Dios sopla sobre los huesos secos de Argentina!
¡Espíritu de Dios sopla sobre los huesos secos de este mundo!
Mi pregunta a ustedes es, ¿quien profetizará? Si no lo hacen
los que están vivos, menos lo harán los que están muertos.
¡Que clamen los vivos! ¡Que clamen para que ese poder de lo
alto entre en los corazones cual relámpago!
Estén donde estén esos huesos secos. En las ciudad, en sus
casas, en sus lechos de inmoralidad, en sus discotecas, en sus
guaridas; como relámpagos del cielo entren en sus corazones y se
sacudan, y sus ojos sean abiertos y digan: "¿Qué estoy
haciendo yo aquí? ¿Dónde estoy? ¿Cómo puedo estar viviendo
así? ¡Dios sálvame!
Entiendan bien esto, si ellos han de vivir es porque alguien ha
de clamar y profetizar lo que el Señor ha ordenado.
Quizás digan: "Yo, ¡no!. Yo no soy profeta".
Si no lo profetizan ustedes que tienen la vida de Dios, que han
recibido el soplo de Dios, ¿quién lo hará?
Otro varón, Jeremías, también dio excusas: "¡Oh Señor
Jehová! He aquí que no sé hablar, porque soy un muchacho. No
digas soy un niño, porque a todo lo que te envié irás tu y
dirás todo lo que te mande, no temas delante de ellos porque
contigo estoy para librarte, dice Jehová" (Jeremías 1:7).
El día que cumplí dieciséis años, regresaba yo en mi auto -
vivía entonces en Estados Unidos. Tarde a la noche, triste
porque era mi cumpleaños y no había nadie para festejarlo,
mientras sacaba la llave de él, Dios me habló y dijo: "Yo
te he llamado para ser profeta a las naciones y lo que yo te digo
tú lo dirás, y estaré contigo para librarte". Yo entonces
dije: ¡Ah, Señor, ¿yo?, soy el menor de mi familia, soy un
niño". Claro que no pareces un profeta, claro que no te
sientes como tal; ningún profeta se siente profeta. ¡Qué sé
yo lo que se siente ser profeta! Sólo se que lo que Dios me dice
lo tengo que decir. Y Dios te está diciendo: "Di: ¡Huesos
secos! ¡Generación perdida! Dios te va ha hacer vivir".
Y cuando el profeta dijo lo que Dios le mandó decir entró el
Espíritu de Dios en esos huesos y ¡vivieron! ¡Aleluya!
Dios no acabó su obra allí.
Dios no sólo estaba haciendo seres viviente sino "un
ejército grande en extremo". Dios va ha hacer de esta
"Generación X" un ejército que luchará contra las
huestes de oscuridad y de tinieblas.
Ustedes jóvenes son las primicias, son los primeros de esta
generación en levantarse y ser guerreros para Dios. Pero tras
ustedes se alistará un ejército poderoso como jamás se
conoció en esta tierra. Un ejército que estará lleno del
Espíritu de Dios. Ellos batallarán contra las huestes de
tinieblas que se levantarán en los últimos tiempos contra los
ejércitos del Dios viviente.
¡Aleluya! y ¡aleluya: ¡Estos hueso vivirán!